La expresión pacífica de puntos de vista que son considerados extremos nunca debe ser penalizada a menos que esté asociada con la violencia, dijo el relator especial sobre la protección de los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo.
Ben Emmerson, presentó su informe anual al Consejo de Derechos Humanos en Ginebra en el que advierte que los gobiernos deben ser cuidadosos en su respuesta a la cuestión, ya que se trata de una zona ambigua en la que hay que diferenciar el discurso de una llamada directa a la violencia.
El experto señaló que existe ahora una nueva tendencia peligrosa de criminalizar la glorificación del terrorismo, por lo que llamó a prestar atención a la intención del interlocutor más allá de sus palabras.
Emmerson advirtió que algunos Estados están aprovechando este concepto poco definido para suprimir la oposición política o la disidencia ideológica en contra de la corriente principal.
En este sentido, consideró inaceptable que la legislación sobre el extremismo se haya usado en ocasiones contra periodistas, grupos religiosos o críticos de las políticas públicas.