Autoridades de Guatemala pusieron en duda la existencia de valiosos objetos de oro de los mayas, ocultos en un lago al este del país, como afirma un científico alemán que supuestamente descifró esa información en el llamado código de Dresde, el cual estudia desde hace 40 años.
“Por ahora no se tiene científicamente evidencia concreta de la utilización de grandes cantidades de oro por parte de la civilización maya“, afirmó a la prensa local la directora técnica del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, Mónica Urquizú.
La funcionaria afirmó que, según la evidencia arqueológica disponible, los mayas no utilizaron el oro antes del período postclásico (900-1524 de nuestra era), por lo que es dudoso el descubrimiento del científico alemán Joachim Rittsteig, que se refiere a una época anterior de la civilización maya.
Además, recordó que la especialidad de Rittsteig es la matemática y no la epigrafía, que es la ciencia que estudia las inscripciones antiguas.
El periódico alemán Bild informó la víspera que, después de 40 años de investigar el código maya de Dresde (un documento maya que se encuentra en la biblioteca de la ciudad de ese mismo nombre), Rittsteig descubrió la ubicación del tesoro de ocho toneladas de oro puro.
Según el experto, la joya prehispánica se hundió junto a una ciudad conocida como Atlan, en las aguas del lago de Izabal, ubicado unos 350 km al este de la capital guatemalteca, cercano al Caribe.
Rittsteig precisa que esa información se encuentra en la página 52 del códice, donde se habla de la capital maya de Atlan, la cual fue destruida por un terremoto el 30 de octubre del año 666 antes de nuestra era.
El alemán afirma que el tesoro consiste en 2.156 tablas de oro en las que los mayas grabaron sus leyes y en la actualidad tiene un valor de 211 millones de euros.
El periódico alemán anunció que Rittsteig haría una expedición para encontrar la ciudad, pero la funcionaria guatemalteca adelantó que para ello tendría que presentar una propuesta a la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural.
El código de Dresde fue redactado en 1250 de nuestra era y se encuentra en la biblioteca estatal de Sajonia, Alemania, desde hace 272 años, luego de que un hombre adinerado (que se desconoce cómo lo obtuvo) lo donara a esa institución.
“Por ahora no se tiene científicamente evidencia concreta de la utilización de grandes cantidades de oro por parte de la civilización maya“, afirmó a la prensa local la directora técnica del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, Mónica Urquizú.
La funcionaria afirmó que, según la evidencia arqueológica disponible, los mayas no utilizaron el oro antes del período postclásico (900-1524 de nuestra era), por lo que es dudoso el descubrimiento del científico alemán Joachim Rittsteig, que se refiere a una época anterior de la civilización maya.
Además, recordó que la especialidad de Rittsteig es la matemática y no la epigrafía, que es la ciencia que estudia las inscripciones antiguas.
El periódico alemán Bild informó la víspera que, después de 40 años de investigar el código maya de Dresde (un documento maya que se encuentra en la biblioteca de la ciudad de ese mismo nombre), Rittsteig descubrió la ubicación del tesoro de ocho toneladas de oro puro.
Según el experto, la joya prehispánica se hundió junto a una ciudad conocida como Atlan, en las aguas del lago de Izabal, ubicado unos 350 km al este de la capital guatemalteca, cercano al Caribe.
Rittsteig precisa que esa información se encuentra en la página 52 del códice, donde se habla de la capital maya de Atlan, la cual fue destruida por un terremoto el 30 de octubre del año 666 antes de nuestra era.
El alemán afirma que el tesoro consiste en 2.156 tablas de oro en las que los mayas grabaron sus leyes y en la actualidad tiene un valor de 211 millones de euros.
El periódico alemán anunció que Rittsteig haría una expedición para encontrar la ciudad, pero la funcionaria guatemalteca adelantó que para ello tendría que presentar una propuesta a la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural.
El código de Dresde fue redactado en 1250 de nuestra era y se encuentra en la biblioteca estatal de Sajonia, Alemania, desde hace 272 años, luego de que un hombre adinerado (que se desconoce cómo lo obtuvo) lo donara a esa institución.
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