La majestuosa torre del reloj de las Casas del Parlamento de Londres, conocida como Big Ben, ha desarrollado una ligera inclinación, pero le llevará miles de años igualarse con la italiana torre de Pisa.
Un estudio elaborado por el Parlamento y el metro londinense, que lo encargó con vistas a la ampliación de una de sus líneas, revela que el Big Ben se inclina 0,26 grados hacia el noroeste, lo que significa que, en su punto más alto, registra una desviación de medio metro con respecto a su eje.
Pese a esa inclinación, apenas perceptible para un observador atento, la torre no corre peligro de desestabilizarse, según han asegurado los expertos. "Hablamos de movimientos muy pequeños", aseguró a la prensa británica John Burland, ingeniero del Imperial College de Londres que participó en la elaboración del estudio.
Burland, quien también ha trabajado en la torre de Pisa, duda de que el famoso reloj londinense llegue a alcanzar la inclinación de cinco grados que presenta el monumento italiano del siglo XII.
"Al ritmo actual, llevaría unos 10.000 años llegar a ese punto", asegura.
El movimiento del Big Ben en el edificio neogótico de las Casas del Parlamento británico, construido tras un incendio en 1834, ha sido de menos de un milímetro al año desde que los expertos empezaron a medirlo en los años 70.
En los años 90, la construcción de una línea de metro afectó a los cimientos de la torre, con lo que se añadió cierto movimiento a esa evolución natural.
Pero, de acuerdo con la información facilitada por el Parlamento, la inclinación del Big Ben, de 96 metros de altura, pudo originarse durante la misma construcción de la torre, que se completó en 1858, debido a que seguramente los fundamentos se pusieron en terreno desnivelado.
"Hay una ligera inclinación, que supervisamos con frecuencia", ha declarado Mike McCann, "keeper of the great clock", el empleado parlamentario encargado de conservar el Big Ben.
"Los diputados no deben preocuparse por sus despachos", ha asegurado.
No obstante, ha proseguido McCann, "animamos a los turistas a que se entretengan intentando percibir la inclinación", que pese al revuelo que ha causado últimamente "ha sido visible durante décadas".
"Deben estar de pie sobre un terreno completamente llano y con la cabeza complemente recta, lo que es muy difícil", finalizó.
Un estudio elaborado por el Parlamento y el metro londinense, que lo encargó con vistas a la ampliación de una de sus líneas, revela que el Big Ben se inclina 0,26 grados hacia el noroeste, lo que significa que, en su punto más alto, registra una desviación de medio metro con respecto a su eje.
Pese a esa inclinación, apenas perceptible para un observador atento, la torre no corre peligro de desestabilizarse, según han asegurado los expertos. "Hablamos de movimientos muy pequeños", aseguró a la prensa británica John Burland, ingeniero del Imperial College de Londres que participó en la elaboración del estudio.
Burland, quien también ha trabajado en la torre de Pisa, duda de que el famoso reloj londinense llegue a alcanzar la inclinación de cinco grados que presenta el monumento italiano del siglo XII.
"Al ritmo actual, llevaría unos 10.000 años llegar a ese punto", asegura.
El movimiento del Big Ben en el edificio neogótico de las Casas del Parlamento británico, construido tras un incendio en 1834, ha sido de menos de un milímetro al año desde que los expertos empezaron a medirlo en los años 70.
En los años 90, la construcción de una línea de metro afectó a los cimientos de la torre, con lo que se añadió cierto movimiento a esa evolución natural.
Pero, de acuerdo con la información facilitada por el Parlamento, la inclinación del Big Ben, de 96 metros de altura, pudo originarse durante la misma construcción de la torre, que se completó en 1858, debido a que seguramente los fundamentos se pusieron en terreno desnivelado.
"Hay una ligera inclinación, que supervisamos con frecuencia", ha declarado Mike McCann, "keeper of the great clock", el empleado parlamentario encargado de conservar el Big Ben.
"Los diputados no deben preocuparse por sus despachos", ha asegurado.
No obstante, ha proseguido McCann, "animamos a los turistas a que se entretengan intentando percibir la inclinación", que pese al revuelo que ha causado últimamente "ha sido visible durante décadas".
"Deben estar de pie sobre un terreno completamente llano y con la cabeza complemente recta, lo que es muy difícil", finalizó.
EFE