La duquesa de Alba está agobiada. Desde que procediera al reparto adelantado
de su herencia y pasara a convertirse en usufructuaria de todo sus bienes, son
sus hijos los que se encargan de administrar el patrimonio y de recordarle, a
cada momento, la complicada situación económica que azuza al país,
achuchándola para controlar sus gastos.
Siga leyendo el texto completo publicado en Vanitatis:
Por esta razón, Cayetana Fitz-James Stuart ya no dispone del cuantioso efectivo que hace años le acompañaba en cada una de sus salidas. Ahora lo hace únicamente una tarjeta de crédito con la que, por primera vez, paga todas sus compras. Si alguno de los establecimientos a los que acude no admite el sistema de pago electrónico, la esposa de Alfonso Díez se va a su casa con las ganas o bien la fían.
Pero la presunta ausencia de liquidez de la que se queja la duquesa de Alba no es la única razón por la que la aristócrata haya decidido borrar la sonrisa que siempre le acompaña. A la falta de entendimiento con su hijo Jacobo, conde de Siruela, quien por cierto no pasó la Nochebuena con su madre y el resto de sus hermanos en el madrileño Palacio de Liria, se une el desconcierto de Cayetana por no haber sido informada de la decisión de Cayetano Martínez de Irujo de ceder los derechos de dicho palacio a una empresa para que proceda a alquilar algunos de sus salones para hacer fiestas privadas, tal y como adelantó El Confidencial hace sólo unos días.
Alfonso Díez, aburrido de su nueva vida
Mientras la duquesa de Alba se lamenta por no disponer de efectivo en su bolsillo, Alfonso Díez hace lo propio porque dice aburrirse en su nueva residencia sevillana del Palacio de Dueñas. Cuando el exfuncionario se instaló en la capital hispalense, lo hizo convencido de que su vida intelectual sería un hervidero de actividad entre tertulias y encuentros varios, pero lo cierto es que sus salidas del palacio son cada vez más contadas.