La República Checa, único de país de la Unión Europea donde se practica la
castración quirúrgica como parte del tratamiento a los
condenados por delitos sexuales, ha decido desoír las críticas de las
organizaciones mundiales pro derechos humanos y avanzar en la legalización de
esta práctica.
El próximo 1 de abril entrará en vigor en el país la ley
de servicios sanitarios específicos, en cuyo catálogo figura la
castración como operación para combatir comportamientos sexuales violentos,
lo que ha vuelto a intranquilizar a las citadas
organizaciones.
Según estadísticas, 83 hombres fueron castrados
entre 2000 y 2010 en los siete hospitales psiquiátricos que admiten a
condenados por delitos sexuales. Pero aunque las cifras demuestran un descenso
de estos delitos la pasada década, Praga parece no tener voluntad de eliminar de
inmediato este castigo.
"En comparación con el extranjero, el número de
intervenciones resultantes en la extirpación completa de los genitales
es todavía muy alta", dice la memoria sobre el estado de los Derechos
Humanos en la República Checa correspondiente a 2010.
Sin embargo,
en esta pugna entre la dignidad e integridad física y los
requerimientos de la profesión médica ha prevalecido una solución de
compromiso.
"El Gobierno ha aprobado los pasos que aseguran que
esta materia estará en los próximos años en el centro de interés del
ministerio de Sanidad, y que obtendremos más argumentos de peso para dar los
siguientes pasos", dijo a Efe Matyas Zrno de la oficina gubernamental para los
Derechos Humanos.
Según el Comité Europeo para la Prevención de
la Tortura y de las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes (CPT), "las
instituciones checas están convencidas de que la castración quirúrgica es el
modo más apropiado para reducir la tasa de reincidencia, aunque no existe ningún
estudio científico de fondo".
Dicha entidad ha críticado a la
nueva legislación y obligado al ministro de Sanidad, Leos Heger, a
salir al paso para defenderla durante el consejo de ministros. Hace dos años,
fue el Consejo de Europa quien atacó a Praga por esta mutilación irreversible,
tras denunciarse casi un centenar de casos en la década pasada.
Por su
parte Robert Dojcar, sexólogo del hospital psiquiátrico de Sternberk, afirmó que
gracias al avance de la medicina "los compuestos químicos que debilitan la
función sexual no hacen necesarias estas castraciones", y
mencionó el "límite ético", al tratarse de un proceso
irreversible.
EFE