La lacra de la mutilación genital femenina, que puede acabar con la vida de las niñas a las que se les practica, está vinculada a la falta de formación, pero también a la economía de muchas mujeres que deben de continuar haciendo este trabajo para sobrevivir.
Esta es la teoría que sostiene la doctora y activista social nigeriana Olayinka Koso-Thomas, Premio Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional en 1998 por su defensa de la dignidad de la mujer, mientras reconoce avances en su lucha.
De hecho, en Sierra Leona, desde que empezó a trabajar allí Koso-Thomas, se ha reducido considerablemente el índice de población femenina sometida a mutilación genital, gracias a que se han buscado otros recursos económicos a las mujeres que practican la ablación.
En una conversación con Efe en la ciudad española de Segovia (centro) donde inauguró hoy el "II Encuentro con Mujeres que transforman el mundo", Koso-Thomas hizo una llamada al mundo civilizado sobre la necesidad de un soporte financiero, para sensibilizar a las mujeres africanas contra esta práctica.
En su lucha ha recibido ataques verbales, físicos y sicológicos, incluso de mujeres que aún sostienen la idea de que si sus hijas no son mutiladas ningún hombre se querrá casar con ellas y, por tanto, no les darán nietos.
Ahora se han amortiguado las presiones, reconoce la doctora testigo del horror ante los padecimientos que presenció en un hospital de Freetown (Sierra Leona) en adolescentes y mujeres que han padecido la ablación, a la vez que se atreve a aventurar que solventar este problema llevará aún tiempo, de unos 20 a 25 años.
Todo depende, a su juicio, de que las mujeres jóvenes se conciencien de que no hay que llevar a cabo estas prácticas y tengan alternativa económica, porque ahora las que lo practican ganan mucho dinero e, incluso, promueven la ablación para poder mantener a la familia.
La activista por los derechos de la mujer, también desde el punto de vista de la salud, reconoce que ellas tienen mucho miedo a rebelarse ante el poder de los hombres y aboga porque salgan de su ámbito y, sobre todo, porque se dicten leyes que prohíban la mutilación genital femenina.
Olayinka Koso-Thomas recuerda que los presidentes africanos firmaron la convención de Naciones Unidas contra el abuso infantil, pero afirma que, cuando volvieron a sus países se encontraron con dificultades para transponerla a sus legislaciones, porque "han de luchar contra una tradición que viene de 200 años".
En Sierra Leona, de acuerdo con el testimonio de la doctora, se consiguió regular que la mutilación genital femenina solo se practicara en mujeres de al menos 18 años, con capacidad para decidir, pero en la realidad se lleva a cabo con niñas de 14 años, denuncia.
La clave para que se acabe con esta práctica contra los derechos de la mujer y contra su salud, se encuentra en buscar una alternativa económica para las mujeres que practican la ablación y así dejarán de promoverla.
Y es que Koso-Thomas afirma que las operaciones, a veces en pésimas condiciones higiénicas, se practican en vacaciones, para poder reunir dinero y alimentar a la familia el resto del año, de ahí que abogue por buscar ingresos alternativos a las mujeres que llevan a cabo estas prácticas a través de oficios, desde la peluquería a la confección.
Según reconoce la doctora, muchas mujeres practican la ablación porque se la hicieron a los ocho años y no la asocian a los problemas físicos que se derivan de ella.
Además suelen ser matronas y, como traen al mundo a los hijos de las demás, infunden pocas sospechas de que la práctica sea mala y peligrosa, "por lo que están difundiendo una tradición en forma viciada", aclara Olayinka Koso-Thomas.
EFE