Las meditaciones de las estaciones del Vía Crucis que preside hoy el papa en el Coliseo de Roma han sido escritas por un matrimonio italiano, quienes denuncian en las mismas las traiciones de muchos cónyuges, el no respetar los compromisos adquiridos, las separaciones, divorcios y abortos.
El matrimonio al que el papa ha encargado las meditaciones es el formado por Danilo y Anna María Zanzucchi, de la agrupación Familias Nuevas, cercana al Movimiento de los Focolares.
El pontífice ha denunciado en numerosas ocasiones que las familias sufren cada vez más situaciones adversas causadas por los rápidos cambios culturales, la banalización de la sexualidad y las falsas ideologías y ha pedido medidas para que esta institución siga siendo la célula básica de la sociedad.
En esa línea, los Zanzucchi denuncian que muchas familias "sufren por la traición del cónyuge, la persona más querida" y ya en la primera estación del Vía Crucis, "Jesús es condenado a muerte", señalan las heridas abiertas "por la confianza traicionada, por la confianza perdida y la seguridad desvanecida".
"Sólo tú, Jesús, me puedes entender, me puedes dar ánimo, puedes darme la fuerza que me ayude a no juzgar a mi vez, a no sucumbir por amor de esas criaturas que me esperan en casa y para las cuales ahora soy el único apoyo", imploran en la meditación.
En la segunda estación, "Jesús con la cruz a cuesta", Danilo y Anna María señalan que también los esposos y las familias han contribuido a cargar a Cristo con un peso inhumano y denuncian que "seguimos prestando atención a nuestra soberbia, queremos tener siempre razón, humillamos a quien está a nuestro lado, incluso a quien ha unido su vida a la nuestra.
La tercera estación, "Jesús cae por primera vez", da pie al matrimonio a señalar: "¡cuantas caídas en nuestras familias, cuantas separaciones, cuantas traiciones...y después los divorcios, los abortos, los abandonos".
En la cuarta estación, "Jesús encuentra a su madre", el matrimonio subraya el papel de las madres, "siempre disponibles y presentes, de las que por desgracia a veces nos olvidamos, pero a la siempre acudimos cuando la necesitamos".
En la estación "El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz", el matrimonio recuerda a los muchos voluntarios que hay por el mundo, que se dedican generosamente a confortar y ayudar a quienes pasan por momentos difíciles de sufrimientos o dificultad.
"Nos enseñan a ayudar con humildad y también a ser cireneos para los demás", escribieron.
En la séptima estación "Jesús cae por segunda vez", denuncian las veces que el hombre se deja vencer por las tentaciones del mundo, "quizá -escriben- por espejismo de satisfacción, por querer escuchar que alguien todavía nos desea.
"Nos cuesta a veces hasta mantener el compromiso adquirido en nuestra fidelidad de esposos, ya no tenemos la frescura y el dinamismo de una vez, todo se hace repetitivo, cada acto parece una carga, vienen ganas de evadirnos", señalaron.
En la estación "Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén que lloran por Él", la pareja italiana denuncia que los hombres y mujeres no nos implicamos y comprometemos de manera profunda y activa en la vida y las necesidades del prójimo.
"Continuamos a vivir cómodamente, reprobamos el mal y quien lo hace, pero no cambiamos nuestra vida y no arriesgamos personalmente para que las cosa cambien, el mal se abatido y se haga justicia", denunciaron.
Según los Zanzucchi, con frecuencia las situaciones no mejoran porque los hombres no nos esforzamos en hacerlas cambiar.
"Nos hemos retirado sin hacer mal a nadie, pero también quizás sin hacer el bien que podido y debido hacer y tal vez alguno paga por nuestro abandono", señalaron.
El matrimonio también recordó a los hijos y en la estación "Jesús cae por tercera vez", la meditación va dirigida a ellos y abogan para que los retoños sean educados en la sobriedad, el sacrificio y la renuncia.
Todos los años el papa encarga las meditaciones del Vía Crucis a personalidades de la Iglesia católica e, incluso, de otras religiones, entre ellos el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I; el poeta italiano Mario Luzi o el cardenal latinoamericano Miguel Obando Bravo.
El pasado año se las encomendó a una mujer, la primera vez que ocurría, la monja María Rita Piccione.
El Vía Crucis fue instaurado en 1741. En 1964 Pablo VI fue al Coliseo para presidir el rito y, desde entonces, todos los años acude el pontífice.
EFE