Un riñón de «quita y pon»
Esta curiosa historia se publica hoy en The New England Journal of Medicine. Ray Fearing, un joven de 27 años de edad, recibió el órgano de su hermana Cera después de una larga batalla contra la glomeruloesclerosis focal y segmentaria, una enfermedad que provoca insuficiencia renal. Sin embargo, a los pocos días del trasplante reaparecieron los signos de la enfermedad y la única solución era extirpar el riñón. Además, los médicos informaron a Ray de que su órgano donado podría salvar la vida a otras personas, aunque hasta ahora nadie había recibido con éxito un riñón de «tercera mano».
«En más del 50 por ciento de los casos el trasplante no detiene el proceso de la glomeruloesclerosis. Cuando las pruebas posteriores indicaron que Ray corría riesgo de desarrollar problemas potencialmente mortales debido a la reaparición de la enfermedad, tuvimos que extirpar el riñón antes de que se deteriorara . Afortunadamente, el órgano estaba en buenas condiciones y era viable para un segundo trasplante», explica Lorenzo Gallon, director médico del Programa de Trasplante Renal delHospital Northwestern Memorial (EE.UU.).
Muchas dudas
Sin embargo, aunque el riñón estaba disponible para ser trasplantado a un nuevo paciente, antes tuvo que superar un riguroso comité ético. ¿Qué posibles riesgos entrañaba un retrasplante? ¿Qué posibilidades había de que el nuevo órgano recuperara su funcionalidad? ¿Qué daños podría haber provocado la enfermedad que padecía su primer receptor?
Sin embargo, aunque el riñón estaba disponible para ser trasplantado a un nuevo paciente, antes tuvo que superar un riguroso comité ético. ¿Qué posibles riesgos entrañaba un retrasplante? ¿Qué posibilidades había de que el nuevo órgano recuperara su funcionalidad? ¿Qué daños podría haber provocado la enfermedad que padecía su primer receptor?
«Después de numerosas discusiones que valoraron cuidadosamente este innovador procedimiento, se recomendó a Ray que donara su riñón a alguien en la lista de espera de trasplante de riñón en lugar de descartarlo», señala Gallon. Ray no lo dudó y dos semanas después de recibir su trasplante, donó su riñón, que antes era de su hermana, a Erwin Gómez, un cirujano de 67 años de edad y padre de cinco hijos.
Afortunadamente, el órgano trasplantado a Erwin recuperó su función casi inmediatamente después del retrasplante, y sólo ocho días después del injerto, las pruebas mostraron una reversión de los daños causados por la glomeruloesclerosis de su anterior propietario.
«Estamos ante es un hito médico. Hemos comprobado que es posible revertir la lesiones provocadas por la glomeruloesclerosis en un riñón después de que se vuelva a trasplantar a un organismo con un sistema circulatorio saludable», destaca Joseph Leventhal, del Northwestern Memorial Hospital. «No sólo se reutiliza un órgano viable antes de descartado, sino que también hemos hecho avances significativos en una mejor comprensión de la causa de la glomeruloesclerosis, algo que puede mejorar su tratamiento en un futuro. Esto demuestra que, cuando un órgano falla en un cuerpo, puede funcionar en otro».
Mientras tanto, Ray ha vuelto a necesitar la diálisis para controlar su glomeruloesclerosis y tiene la esperanza de recibir un nuevo trasplante renal en el futuro. «No era mi momento, pero estoy agradecido de haber podido ayudar a otro paciente».