Dos empresarios alemanes idearon una manera para que los ciudadanos pasivo-agresivos puedan desahogar su rabia: marcar un número de teléfono y dedicarle a la persona que conteste al otro lado una retahíla de insultos a modo de alivio para el enfado.
En estos tiempos de crisis, en los que la tensión crece en distintos rincones del mundo, las ideas para reconducir el estrés y la frustración de forma que no causen daño a terceros se multiplican.
Lugares en los que se pueden romper objetos, páginas de Facebook u otros sitios de internet en los que depositar las palabras menos amables de nuestro vocabulario, y ahora, una línea telefónica dedicada a recibir insultos.
Los expertos consideran poco sana la represión de los sentimientos negativos. La rabia se puede acumular en nuestro interior hasta llegar a un punto de no retorno en el que no podamos evitar el estallido de furia, generalmente ante la persona menos indicada o en el lugar menos apropiado.
El insulto cumple una primera función que es la de desahogo. Algunos van más allá y consideran que el insulto es bueno para la salud por cuanto previene algunos tipos de úlcera, más allá de que el insultado esté presente o no.
Otras personas insultan para superar la impotencia que les causa una situación que se les ha ido de las manos. El insulto puede ayudar a tomar ánimo.
Y finalmente, los insultos más leves pueden servir para hacer reproches cariñosos a las personas queridas. En estos casos es común el uso de los diminutivos, que le quitan peso a la palabrota.
Con información de BBC