El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, sorprendió el viernes en la reunión de Nicosia al repartir un documento al resto de ministros de la Eurozona para que avalaran con una rúbrica solemne —y a toda velocidad— la decisión del Tribunal Constitucional alemán sobre el mecanismo de rescate permanente (el Mede), según explicaron dos fuentes presentes en el Eurogrupo chipriota. Alemania quería que los ministros firmaran allí mismo, como último paso para dar luz verde definitiva al fondo de rescate permanente con las condiciones que impone Karlsruhe, que se ha convertido en una especie de tribunal de última instancia para cualquier solución a la crisis del euro que ensaye la Unión. Pese a la lógica tensión, el Eurogrupo no quiso firmar. Liderados por el italiano Vittorio Grilli, los ministros se negaron a someterse al dictado del Constitucional alemán, según las citadas fuentes. Finalmente, los representantes permanentes de la Eurozona en Bruselas acordaron este jueves un texto genérico, redactado en una deliciosa jerigonza legal, que permitirá a Alemania dar ese paso, pero a un nivel diplomático, no ministerial.
Hubo gresca en Nicosia. Pero otra fuente del Eurogrupo cuenta esa historia —que deja entrever un esbozo del liderazgo alemán que viene— de forma distinta: “Schäuble explicó la decisión, los ministros acordaron que la interpretación del Constitucional acerca del mecanismo de rescate es absolutamente la misma que ya había y pactaron redactar una declaración conjunta, que se firmará la semana próxima”.
En una esperadísima decisión que pudo haber provocado un incendio en los mercados, el Constitucional alemán dio luz verde el pasado 12 de septiembre a la participación de Berlín en el fondo de rescate. Fue un sí, pero: la decisión judicial estipula que Alemania solo contribuya al mecanismo con hasta 190.024 millones, lo que deja la potencia de fuego total en un máximo de 700.000 millones. El Parlamento federal (Bundestag) tendrá que aprobar cualquier aportación que rebase este límite (como otros Parlamentos europeos). Además, las comisiones de presupuestos de las dos cámaras alemanas deben obtener información cumplida sobre el fondo: las reglas del Mede no deben entorpecer este derecho informativo. En otros países no existen esas exigencias de información, lo que puede dar lugar a una batalla diplomática.
Esa batalla, de alguna manera, empezó en Nicosia. Después de que Schäuble repartiera el papel, el italiano Grilli encabezó la oposición a firmar con el argumento de que no podía firmar un compromiso con consecuencias legales. El resto de ministros secundó esa posición, con el argumento —de cajón— de que todos los países tienen que acudir a sus Parlamentos, y en algún caso a los tribunales constitucionales, para aprobar cambios en el bazuca europeo. El documento aprobado este jueves por el comité de diplomáticos en Bruselas va en esa línea: es lo suficientemente general, y lo suficientemente abstruso, como para que Alemania y el resto de países se den por satisfechos, según fuentes diplomáticas.
El fondo permanente debería estar listo a finales de octubre, con un primer pago de 32.000 millones de euros en dos tramos, que darían una potencia de fuego efectiva de 200.000 millones para comenzar, que se irá elevando hasta los 500.000 millones. El mecanismo es esencial para el éxito de la estrategia europea anticrisis: un doble bazuca que incluye tanto a los fondos de rescate como al BCE. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, aseguró hace unos días que no iba a haber ningún problema para cumplir con esos plazos, pese a que ya ha habido retrasos: la fecha prevista era el pasado julio.
EL PAIS