Reuters) – Para entender por qué el presidente Hugo Chávez podría ganar otra elección en Venezuela el próximo mes, vaya y siéntese bajo los árboles de mango en Los Rastrojos o Sabaneta.
En esos poblados rurales de su infancia que descansan en el corazón del llano venezolano, familiares y amigos desempolvan historias de un niño que ya mostraba su facilidad de palabra y toque popular, hoy dos de los pilares de su estilo de gobierno.
Con regocijo, Guillermo Frías cuenta cómo jugaba béisbol con su primo “Huguito” en las calles de tierra usando sus brazos como bates y moldeando el caucho de los árboles como pelotas. “Siempre hablaba más que cualquiera”, dijo el hombre riendo.
Una tía, Brígida Frías, recuerda el gusto de la niñez de Chávez por los cometas -papagayos para los venezolanos- y por el dibujo, y muestra el lugar donde el idealista muchacho solía recostarse en una hamaca durante sus más serias conversaciones.
Es en estas plácidas planicies castigadas por el inclemente sol donde tanto Chávez el hombre como Chávez el mito nacieron para luego crecer hasta polarizar a Venezuela como nunca antes.
Esta imagen, la del chico de campo que se convirtió en presidente y pasó años tratando de ayudar a los más pobres, es la que más le importa a Chávez sembrar en la mente de los votantes para las elecciones del 7 de octubre.
La habilidad de sus rivales para desinflar esa imagen, aprovechar la desilusión de algunos pobres y retrucar con la foto de un hombre cuyo experimento socialista ha terminado en una autocracia, determinará su éxito o fracaso.
La táctica del candidato opositor Henrique Capriles de enfocarse en los bastiones de Chávez en su campaña le ha dado una posibilidad de luchar: en la mayoría de las encuestas tradicionales lidera el mandatario, pero su contrincante viene ganando terreno y una de ellas lo pone cabeza a cabeza.
La mirada romántica y cariñosa que prima en Sabaneta sobre Chávez se repite en distinto grado en barrios bajos y humildes zonas rurales del país, donde el presidente cosecha su mayor popularidad.
Pero esa simpatía también es igualada por un profundo odio contra su figura en otras partes de la nación que ha gobernado desde 1999.
Para escuchar esas historias, vaya a los clubes de golf y otros bastiones de la alta sociedad, donde su nombre es mala palabra y las conversaciones giran en torno a quién más planea emigrar si Chávez vence a Capriles para asegurar otro mandato de seis años.
ELECCION PONE A PRUEBA MITOS DE CHAVEZ
Para una mirada menos basada en el choque de clases, basta darse una vuelta por el centro comercial a medio hacer en Caracas donde cientos de refugiados de las inundaciones del 2010 todavía están esperando, cada vez más desesperados, que el Gobierno cumpla la promesa de darles nuevas casas.
“Promesas y más promesas, es lo único que nos dicen”, dijo Julietta Rodríguez, de 37 años y madre de cuatro hijos, en otro refugio temporal en la costa donde ha esperado más de dos años por su nueva casa.
“Yo siempre he votado por Chávez, lo amaba. Ahora no sé. Capriles me parece capaz y es joven también. Tal vez merece un chance”, sostuvo.
El resultado de la elección dependerá de qué tanto este desencanto y la acumulación de problemas cotidianos como los cortes de electricidad, el alto costo de la vida y el delito opacarán el profundo afecto que tienen los seguidores por Chávez y su dependencia de los populares planes sociales.
Políticamente astuto a pesar de su imagen muchas veces caricaturesca en el exterior, el presidente de 58 años recuerda con frecuencia a los venezolanos sus raíces, hablando en el estilo anecdótico de los “llaneros”, canta sus canciones y toca sus instrumentos musicales.
En una nación donde una de sus novelas más famosas es “Doña Bárbara”, una historia rural de Rómulo Gallegos en las planicies ganaderas, Chávez cuenta historias fantásticas como la de una gigantesca serpiente “traga venados” que casi lo aplasta cuando era bebé en su cuna.
Hasta sus rivales reconocen su carisma y conexión con los pobres. Pero también resaltan el lado intimidatorio de su carácter, el hombre que promete “pulverizar” a sus contrincantes y amenaza a empresarios con expropiaciones por televisión.
Ese, según ellos, es el verdadero Chávez.
“Lo que tienes en Venezuela es una pura y sistemática violación de los derechos humanos”, dijo la dirigente opositora María Corina Machado.
“UNO DE NOSOTROS”
Por toda Venezuela, ayudado por el uso generoso de recursos estatales, enormes pancartas socialistas proclaman: “¡Tú eres Chávez!”, una referencia a la línea de discurso del presidente “Yo soy el pueblo”.
“Lo queremos porque él es uno de nosotros”, expresó María Quevedo, una madre de 33 años que trabaja como voluntaria en la casa espartana en Sabaneta donde Chávez pasó su niñez. Ahora es la sede del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en el pueblo.
Una nueva escuela, que podría ser bautizada “Mamá Rosa” en honor a su querida abuela, está siendo erigida en el sitio donde estaba el viejo rancho de piso de tierra en el que nació Chávez el 28 de julio de 1954.
Una nueva escuela, que podría ser bautizada “Mamá Rosa” en honor a su querida abuela, está siendo erigida en el sitio donde estaba el viejo rancho de piso de tierra en el que nació Chávez el 28 de julio de 1954.
Hay rumores en la zona de que el presidente inaugurará la escuela días antes de las elecciones, un intento por recordarles a los 19 millones de votantes venezolanos quién es el candidato al que deben respaldar para garantizar sus necesidades básicas.
“Su corazón siempre se ha abierto hacia los más pobres. Gracias a él, todos hemos subido en la vida. Sin él, nada”, sostuvo Quevedo, viendo con admiración al sitio de construcción de la escuela.
Pero en otros lados de Venezuela, esa mirada color de rosa del presidente está siendo amenazada como nunca antes.
Por cada gesto grandilocuente y profusiones de “amor”, muchos venezolanos se preguntan por qué sufren una de las mayores tasas de delitos en el mundo, cortes de electricidad vergonzosos para un productor tan grande de energía y un malestar económico que tiene a cientos de miles sin trabajo.
El socialismo de Chávez, según sus oponentes, es una amarga broma, un concepto vacío que disfraza amiguismos, mala administración, grandilocuencia, liderazgo autocrático y el derroche del mayor auge de ingresos petroleros en la historia del país miembro de la OPEP.
Sólo hay que mirar la creciente riqueza de los aliados más cercanos de Chávez, dice Capriles. “¡Si ellos son socialistas, entonces yo soy marxista-leninista!”, disparó la semana pasada el gobernador del central estado de Miranda.
Sólo hay que mirar la creciente riqueza de los aliados más cercanos de Chávez, dice Capriles. “¡Si ellos son socialistas, entonces yo soy marxista-leninista!”, disparó la semana pasada el gobernador del central estado de Miranda.
Una serie de malas noticias en los últimos dos meses -desde un motín carcelario y una explosión en una refinería que cobraron juntos unas 70 vidas, hasta el colapso de un puente que causó un caos de tránsito en el este de Venezuela y la inusual protesta de descontentos trabajadores acereros contra Chávez- han ayudado a ilustrar el argumento de la oposición.
Con el tiempo, Chávez se ha vuelto más autoritario. En un acto reciente, cuando nombró unilateralmente a un candidato para la gobernación del estado de Carabobo, algunos enla multitud reclamaron que otro funcionario local fuera nominado.
“¡Yo he dicho Ameliach!”, les respondió irritado Chávez, dejando en claro quién era el candidato elegido. Fin de la discusión.
FIGURA PATERNAL
Pese a eso, Chávez mantiene alta su popularidad al seguir inyectando miles de millones de dólares a la construcción de viviendas y otras nuevas “misiones” sociales, desde pensiones para ancianos hasta subsidios para madres solteras de bajos salarios, que han fortalecido el mensaje de que sigue siendo el padre y “patrón” de la nación.
Capriles, pintado por los seguidores del presidente como un chico rico confabulado con una élite de venezolanos de derecha respaldada por Estados Unidos, en contraste, viene de una familia acomodada y tiene la piel clara típica de la vieja clase dirigente.
Después de obtener una amnistía en 1994, Chávez comenzó a recorrer de punta a punta el país compartiendo su visión y eventualmente sorprendiendo a la cúpula política con una aplastante victoria en las urnas en 1998.
Aunque nacida en la pobreza y simpleza de Sabaneta, la historia de Chávez creció rápidamente. Se unió al ejército y pasó años planeando en silencio un golpe contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez, que fracasó en 1992.
Con los medios de comunicación privados y líderes empresariales en contra y protestas de un millón de opositores en las calles, Chávez sufrió un golpe de Estado por parte de militares disidentes y fue brevemente apartado del poder en el 2002, pero volvió dos días después gracias a cuadros militares leales y un decidido apoyo popular.
También superó ese año una huelga petrolera que hizo estragos en la economía y derrumbó la producción de crudo.
Esas controversias son solamente la punta del iceberg de los incontables roces que ha generado y luchado a lo largo de un mandato que lo llevó a reemplazar a Fidel Castro como el líder latinoamericano más sonoro contra las políticas de Washington.
LA SOMBRA DEL CANCER
Sorpresivamente, después de acaparar los titulares por un año, la salud de Chávez ha desaparecido como un tema de campaña en la recta final de las elecciones.
Habiéndose declarado completamente curado del cáncer a principios de julio después de tres operaciones y largas sesiones de quimioterapia y radiación, Chávez apenas menciona ahora el tema.
El mandatario ha tenido que limitar sus actividades físicas durante la campaña a unas pocas apariciones en el escenario o saludando desde autobuses, algo frustrante para un hombre que se hizo famoso por su carisma y energía en las calles.
Cerca de una de las casas donde creció, una sombra invade los rostros de amigos y parientes cuando se les pregunta sobre la salud del presidente.
“Para mí se ve mejor, pero nunca se sabe a ciencia cierta”, dijo el agricultor Cecilio Pérez, de 56 años, cerca del terreno que pertenecía a los padres de Chávez en el pueblo de Los Rastrojos.
“Nadie lo quita de aquí, sólo dejará la presidencia cuando se muera. Aquí pasarán 400 años y la revolución seguirá. Si los gringos no pudieron quitar a Fidel ¿Cómo van a parar esto?”, añadió.
(Traducido por Pablo Garibian. Editado en español por Silene Ramírez