Japón celebra el domingo comicios legislativos para elegir a su séptimo primer ministro en seis años, que según los sondeos podrían marcar un retorno de los conservadores para gobernar un país confrontado al declive económico y a tensiones crecientes con China.
Unos 100 millones de electores escogerán a los 480 diputados que deberán luego designar a un primer ministro.
Pero numerosos analistas afirman que una victoria del Partido Liberal Democrático (PLD) se debería ante todo a la falta de mejores opciones, tras la decepción provocada por el Partido Democrático de Japón (DPJ, centro-izquierda) que en 2009, con 308 diputados electos, desbancó a los conservadores en el poder de forma casi ininterrumpida desde hacía medio siglo.
"La ventaja del PLD en los sondeos no significa forzosamente que los electores depositen grandes esperanzas en ese partido, sino que se debe en gran medida a la desilusión causada por el DPJ", dijo Koji Nakakita, profesor de ciencias política en la Universidad Hitotsubashi de Tokio.
El DPJ, ignorando una deuda colosal que alcanza el 200% del PIB, había conseguido entusiasmar a los electores con promesas de educación secundaria gratuita, de reducción de los impuestos para las PyMES y de supresión de los peajes en las autopistas.
El lanzamiento exitoso este miércoles de un cohete norcoreano podría reforzar además la postura de los halcones tanto del PLD como de otras formaciones menores, en un marco de nacionalismo exacerbado por las tensiones con China.
Desde 2009 se sucedieron tres primeros ministros del DPJ, que se vio desgastado primero por su marcha atrás de desplazar la impopular base estadounidense de Okinawa y luego por su confusa gestión inicial del accidente nuclear provocado por un tsunami en marzo de 2011.
La política energética se convirtió en uno de los principales temas del debate electoral.
El primer ministro Yoshihiko Noda prometió adoptar "todas las medidas posibles" para salir de la energía nuclear en 2040, pero el PLD, más cercano a los medios empresariales, indicó que decidirá en un lapso de tres años cuál será el futuro energético del archipiélago.
Los partidos de centro-izquierda propusieron cerrar todas las centrales de forma inmediata o en plazos de apenas una década.
El populismo nacionalista también está presente en los comicios, con el alcalde populista de Osaka, Toru Hashimoto, aliado al Partido de la Restauración de Japón del ex alcalde de Tokio Shintaro Ishihara, aunque según analistas se trata de una coalición frágil, por las diferencias en torno a asuntos importantes como la participación del país en una zona de libre comercio del Pacífico.
Según las encuestas, el PLD, dirigido por el ex primer ministro Shinzo Abe, considerado cercano a los "halcones" en materia de política exterior, podría gobernar en alianza con el partido centrista Nuevo Komeito.
Abe prometió incrementar la vigilancia naval, tras meses de disputas con China por la soberanía de unas islas, y revisar la Constitución pacifista impuesta al país por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial.
Esa propuesta podría verse reforzada por el lanzamiento del cohete norcoreano, que sobrevoló Okinawa.
Abe defiende además una reactivación de la economía, golpeada por la deflación, imponiendo al banco central una meta inflacionaria de 3% y obligándolo a comprar obligaciones para financiar la deuda del país.
Esos planteos le valieron críticas por amenazar la independencia del banco central, pero ayudaron a debilitar al yen, favoreciendo las exportaciones.
También hay quienes vieron en sus promesas de reactivación mediante grandes obras de infraestructura un riesgo de retorno de favoritismo para inversores allegados al poder.
Para Kenji Shiomura, un estratega de Daiwa Securites, los problemas perdurarán quienquiera resulte electo, debido a que el archipiélago enfrenta problemas estructurales, como el envejecimientoi de la población decido a su débil tasa de natalidad.
"Es difícil imaginar que un cambio de gobierno conlleve medidas con un impacto real en la economía", afirmó.
AFP