El órgano gremial de los comerciantes en nuestro país (Consecomercio) pidió, a través de un comunicado, la pronta adopción de decisiones económicas para que el país tome la senda del crecimiento productivo y la modernidad.
A continuación el comunicado:
Consecomercio y los Consumidores Venezolanos
Han transcurrido más de diez meses desde que CONSECOMERCIO, en nombre de sus más de sus 200 Cámaras sectoriales y regionales afiliadas, se pronunciara a favor de la dinamización de decisiones gubernamentales en materia económica que se tradujeran en beneficio de la producción, el procesamiento y la comercialización de bienes que satisfacieran plenamente los requerimientos de los siempre exigentes consumidores venezolanos.
Para entonces, nos preocupaba que se dejara de lado la necesidad de atender los requerimientos de suministro de divisas para producir e importar, mediante la implementación de un sistema de fácil y expedito acceso al mercado cambiario; de sincerar los precios de materias primas y bienes esenciales fundamentales para atender la demanda impulsada por el gasto público; de atender la importancia que, en atención al cíclico y expansivo consumo decembrino, significaba la agilización de las actividades portuarias en el país.
Luego de haber transcurrido casi cuatro meses de 2013, y sin que hasta este momento se haya hecho sentir en la economía nacional cada una de las propuestas que se sugirieron entonces, CONSECOMERCIO, anteponiendo los legítimos derechos de los consumidores a ser atendidos en sus requerimientos de todos los días en materia de alimentación, vestido, calzado, educación, salud y seguridad por sobre los reclamos –también legítimos- del sector terciario de la economía, ratifica cada uno de esos llamados que hiciera a partir de junio de 2012.
Y aboga por la pronta atención a la impostergable necesidad de adoptar las urgentes decisiones económicas que exige nuestro país, para que, de una vez por todas, Venezuela pueda tomar la senda del éxito, del crecimiento productivo, y de la ansiada modernidad.
Hace pocas semanas, cuando se produjo la devaluación de nuestro signo monetario, y los consumidores decidieron proteger sus ahorros adquiriendo bienes que, irremediablemente, registrarían el impacto en precios de dicha decisión, CONSECOMERCIO dijo que esta decisión era extemporánea y carente de medidas complementarias. Pero, además, que la respuesta del comercio a dicha demanda era posible por la existencia en el mercado de inventarios que arribaron tardíamente al mercado venezolano, luego del colapso portuario de finales de 2012.
Asimismo, cuando se anunció la desaparición del SITME y se estableció el SICAD, CONSECOMERCIO declaró que dicha decisión excluía inconvenientemente a decenas de pequeñas y medianas empresas comerciales que nunca pudieron calificar para acudir a CADIVI, por lo que al carecer del RUSAD no podrían pujar en las subastas del SICAD, ni importar las materias primas, insumos, repuestos, bienes de capital y bienes finales que ponían históricamente en el mercado.
Y hoy, al comenzar el segundo trimestre del 2013, CONSECOMERCIO insiste en que la atención al buen funcionamiento de la economía y las necesarias correcciones a la férrea e improductiva política de controles bajo la cual viene operando, no puede seguir siendo dejada de lado en la espera de que las soluciones aparezcan por sí mismas o producto de alguna decisión aislada.
La verdad es que las empresas, indistintamente de tamaños y sectores, pero especialmente las pequeñas y medianas, las cuales constituyen la inmensa mayoría en nuestro país, ya no están en condiciones de seguir operando a déficit y con riesgo de mayor debilitamiento. Y los consumidores, eternos y continuos afectados por esta situación que se traduce en pérdida de calidad de vida, ya no pueden continuar siendo ignorados como parte determinante de la realidad económica.
Esta situación debe ser revisada integralmente, en conjunto con todos los factores socioeconómicos del país, para que luego pase a ser el componente vertebral de un nuevo modelo de desarrollo inclusivo, generador de fuentes de trabajo de calidad, de salarios decentes, y atractivo para las inversiones privadas y públicas, nacionales e internacionales, única alternativa para superar progresivamente la dependencia del rentismo petrolero, y diversificar la economía con fines altamente competitivos.