Miles de personas se manifestaron en varias ciudades de Portugal contra las políticas de austeridad y la "troika", en una protesta convocada a nivel europeo que tuvo menor adhesión que otras organizadas también por los indignados lusos.
Las marchas se organizaron en cerca de una veintena de localidades de Portugal, pero las más numerosas reunieron solo a cientos de personas en Oporto y a algunos miles en Lisboa, según coincidieron diversos medios de comunicación, a falta de datos de las autoridades o los convocantes.
En declaraciones a los periodistas, Catarina Martins, una de las coordinadoras del colectivo "Que se lixe a troika" (Que se fastidie la troika") organizador de la protesta, restó importancia al número de manifestantes y destacó el "simbolismo" de las manifestaciones por su carácter internacional.
También resaltó que han mostrado "la fuerza de los pueblos de europa" frente al "chantaje" del mundo de las finanzas y de la "troika", formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Estos tres organismos concedieron hace dos años a Portugal, que siguió los pasos de Irlanda y Grecia, un rescate financiero de 78.000 millones de euros y exigen la aplicación de estrictas medidas de austeridad cuya ejecución vigilan de cerca.
"Que se lixe a troika" ha organizado algunas de las mayores manifestaciones de los últimos años en Portugal, con la participación de cientos de miles de personas, para rechazar las medidas de saneamiento financiero del Gobierno conservador luso.
Las marchas de hoy estuvieron lejos de esa participación y la protesta más numerosa, en Lisboa, arrancó con centenares de personas de la zona céntrica de Entrecampos y avanzó sin incidentes por la Avenida de la República hasta acabar en el parque de Alameda.
En el recorrido, algunos manifestantes se detuvieron frente a las oficinas en Portugal del FMI, cuyas puertas custodiaban una docena de policías.
Allí expresaron su rechazo al organismo financiero con tarjetas rojas y carteles que exigían la salida de sus representantes y los de la UE
La marcha discurrió con abucheos y consignas como "FMI, fuera de aquí" y "Troika, escucha, el pueblo está en lucha".
También se cantó, como es habitual en las protestas lusas, "Grandola, Vila Morena", el himno de la revolución portuguesa de 1974.
Al término de la marcha los organizadores colgaron una pancarta de unos diez metros en la que se leía "¡Obviamente ya están dimitidos!", en alusión al Gobierno conservador luso, cuya renuncia piden con insistencia la izquierda y los sindicatos.
En la protesta participaron asociaciones de jubilados, así como gremios de profesores y de la administración pública, afectados por los últimos recortes presupuestarios anunciados por el Ejecutivo.
Además se unieron representantes el Bloque de Izquierda, el único partido con presencia parlamentaria que participó en la marcha.
El movimiento de indignados luso, que no está identificado con ninguna línea política aunque tiene el apoyo de los sindicatos y organizaciones de izquierda, lideró también el viernes una pitada en una decena de plazas de Lisboa para reclamar atención a los problemas sociales del país, que sufre un desempleo de casi el 18 %.
El colectivo reunió a centenares de miles de personas en septiembre de 2012, en una de las mayores manifestaciones de la democracia portuguesa, y organizó otras gran protesta en marzo pasado.
Tras las marchas de hoy y las que sindicatos y partidos marxistas han realizado en los últimos meses, el Gobierno luso afronta ahora la huelga general convocada ayer para el 27 de junio por la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP, comunista), el mayor sindicato del país.
La segunda central portuguesa, la socialista Unión General de Trabajadores (UGT) se sumó al paro de ese mismo día pero, de momento, solo para funcionarios públicos, hasta que decida, el lunes, si llama también a la huelga a los trabajadores del sector privado.
El paro será la cuarta huelga general que organiza la CGTP en los dos años que lleva en el poder el primer ministro Pedro Passos Coelho y la segunda en la que participa la UGT.EFE