Presos de la cárcel sudafricana de máxima seguridad de Mangaung fueron torturados con descargas eléctricas y se les inyectó a la fuerza medicación antipsicótica, informó este lunes a Efe el grupo Wits Justice Project, que ha investigado los abusos.
"Hemos investigado durante un año y tenemos testimonios de 70 personas entre presos, guardias y personal médico, además de documentos médicos y legales e imágenes de video del interior de la prisión", dijo a Efe Ruth Hopkins, periodista del colectivo.
Las imágenes de video muestran cómo los empleados de la cárcel, gestionada hasta el pasado 9 de octubre por la empresa británica de seguridad G4S, le ponen inyecciones a los presos contra su voluntad y les agreden y someten a descargas eléctricas.
Los medicamentos antipsicóticos que se administraban a los internos (cinco veces a la semana, a veces incluso a presos que no tenían transtornos de ese tipo) provocan pérdidas de memoria, rigidez muscular y tienen efectos secundarios que pueden causar la muerte, según la investigación de Wits Justice Project.
Las denuncias de malos tratos en la prisión, que acoge a unos 2.000 reclusos en la provincia central de Free State, han provocado que el Ministerio de Servicios Correccionales sudafricano investigue los casos de tortura.
"El Ministerio contempla muy seriamente estas acusaciones", declaró el titular del departamento, Sibusiso Ndebele, quien prometió llegar hasta el final y esclarecer todo lo ocurrido, según la agencia sudafricana de noticias Sapa.
El Ministerio se hizo cargo este mes de la gestión de la cárcel para, entre otras cosas, garantizar la seguridad de reclusos y trabajadores, tras conocerse que la empresa privada G4S había perdido el control del centro.
La situación se deterioró en esta prisión de los alrededores de la ciudad de Bloemfontein el pasado septiembre, con la huelga de unos 400 guardias que pedían mejores condiciones laborales.
La empresa G4S despidió a 330 empleados afiliados a un sindicato policial y de funcionarios de prisiones, que se negaron a volver al trabajo al finalizar la huelga.
Los despedidos fueron reemplazados por personas sin experiencia ni preparación, según denuncia Wits Justice Report, un grupo de la Universidad de Witwatersrand (Johannesburgo) que desde 2008 investiga los abusos del sistema de prisiones sudafricano.
Durante el paro, que dejó la cárcel con un importante déficit de personal, un motín de los prisioneros se saldó con el apuñalamiento de varios trabajadores y con la toma como rehén durante 13 horas de una guardia, que fue finalmente liberada sana y salva por las fuerzas especiales de la Policía.
EFE
"Hemos investigado durante un año y tenemos testimonios de 70 personas entre presos, guardias y personal médico, además de documentos médicos y legales e imágenes de video del interior de la prisión", dijo a Efe Ruth Hopkins, periodista del colectivo.
Las imágenes de video muestran cómo los empleados de la cárcel, gestionada hasta el pasado 9 de octubre por la empresa británica de seguridad G4S, le ponen inyecciones a los presos contra su voluntad y les agreden y someten a descargas eléctricas.
Los medicamentos antipsicóticos que se administraban a los internos (cinco veces a la semana, a veces incluso a presos que no tenían transtornos de ese tipo) provocan pérdidas de memoria, rigidez muscular y tienen efectos secundarios que pueden causar la muerte, según la investigación de Wits Justice Project.
Las denuncias de malos tratos en la prisión, que acoge a unos 2.000 reclusos en la provincia central de Free State, han provocado que el Ministerio de Servicios Correccionales sudafricano investigue los casos de tortura.
"El Ministerio contempla muy seriamente estas acusaciones", declaró el titular del departamento, Sibusiso Ndebele, quien prometió llegar hasta el final y esclarecer todo lo ocurrido, según la agencia sudafricana de noticias Sapa.
El Ministerio se hizo cargo este mes de la gestión de la cárcel para, entre otras cosas, garantizar la seguridad de reclusos y trabajadores, tras conocerse que la empresa privada G4S había perdido el control del centro.
La situación se deterioró en esta prisión de los alrededores de la ciudad de Bloemfontein el pasado septiembre, con la huelga de unos 400 guardias que pedían mejores condiciones laborales.
La empresa G4S despidió a 330 empleados afiliados a un sindicato policial y de funcionarios de prisiones, que se negaron a volver al trabajo al finalizar la huelga.
Los despedidos fueron reemplazados por personas sin experiencia ni preparación, según denuncia Wits Justice Report, un grupo de la Universidad de Witwatersrand (Johannesburgo) que desde 2008 investiga los abusos del sistema de prisiones sudafricano.
Durante el paro, que dejó la cárcel con un importante déficit de personal, un motín de los prisioneros se saldó con el apuñalamiento de varios trabajadores y con la toma como rehén durante 13 horas de una guardia, que fue finalmente liberada sana y salva por las fuerzas especiales de la Policía.
EFE