“No vamos a ser cómplices del asalto a la clase media”. Con ese argumento, el diputado de Acción Nacional (PAN) Jorge Iván Villalobos defendía la oposición a la reforma hacendaria desde la tribuna de la Cámara de Diputados mexicana.
Fue hace dos semanas, cuando se debatía en el Palacio de San Lázaro el grueso del paquete de medidas de la reforma fiscal que pretende modificar leyes como la del IVA o el Impuesto Sobre la Renta (ISR). Villalobos defendía la postura de su grupo parlamentario, contraria a la propuesta que salió adelante con los votos del PRI en el gobierno y del partido izquierdista PRD. Y lo hacía apelando a las clases medias, un concepto que ha aparecido continuamente en este debate como arma arrojadiza y que ha despertado el fantasma —y la polémica— sobre si realmente serán las más afectadas por los cambios en los impuestos.
“Hay que ser muy cautelosos porque no hay un único criterio para saber qué es clase media, y menos en México”, comienza advirtiendo el doctor Fausto Hernández, doctor en Economía del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). El concepto de clase media varía según el país y no puede definirse solamente por la cantidad de ingresos, sino que hay otros muchos factores que entran a formar parte de la definición, como el nivel de educación o el nivel de vida basándose en el consumo, el gasto en recreación, pago en tarjetas de crédito, calidad del puesto de trabajo, etcétera.
Usando 17 de esas variables, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) llegó a la conclusión en un informe que publicó el pasado mes de junio que el 39,2% de la población —44 millones de personas—, pertenece a la clase media, Mientras, el 59,1% de los mexicanos pertenece a la clase baja y tan solo el 1,7% a la clase alta, por lo que se puede decir que México no es mayoritariamente un país de clases medias.
¿Está cayendo el peso de la reforma fiscal en ese 39,2% de la población, como han criticado políticos y columnistas? “No lo veo así. Las medidas se concentran en los hogares con ingresos medios-altos y altos, fundamentalmente. A pesar de que sea una reforma muy incompleta, es bastante más equitativa de lo que teníamos”, explica el economista del Colegio de México Gerardo Esquivel.
La propuesta inicial del presidente Peña Nieto incluía algunas medidas que fueron las que despertaron el fantasma del ‘castigo’ a los clasemedieros. La frase de que la reforma iba contra ellos se ha repetido como un mantra en los medios de comunicación. Entre las propuestas estaban gravar con IVA el alquiler de viviendas y el pago de las hipotecas, el aumento del ISR del 30 al 32% para aquellos que ganan más de 500.000 pesos anuales(39.000 dólares) [que finalmente solo afectará a quienes ganen más de 750.000 pesos al año (58.000 dólares)] y el IVA a la educación privada. Pero muchas de ellas se han quedado por el camino de las negociaciones, como el IVA a las colegiaturas, una de las medidad que más combatió el PAN y que fue eliminada.q
Hay modificaciones que - de aprobarse en el Senado el texto tal y como pasó por la Cámara de Diputados - afectan de manera universal a todos los mexicanos, como la homologación del IVA en las zonas fronterizas o los impuestos a las bebidas azucaradas y a la llamada comida chatarra. Estas, proporcionalmente, causan más impacto en los hogares con menos ingresos, puesto que no son progresivas.
Por otra parte, hay otros cambios que afectarán más a esos hogares de ingresos medios-altos de los que hablaba el profesor Esquivel. El aumento del ISR finalmente se hará de manera escalonada: 32% para más de 750.000 pesos; 34% para más de un millón de pesos y 35% para aquellos que ingresos más de tres millones de pesos anuales. El precio de la gasolina continuará subiendo pero, a pesar de ser una medida universal, castiga más a los que conducen coches más potentes. Un análisis publicado el mes pasado en la revista Nexos muestra cómo sólo el 9% de la población más pobre consume gasolina mientras que entre los más ricos lo hace el 93%. Todos estos cambios discuten la idea tantas veces repetida de que la clase media es la principal perjudicada por la reforma.
“Es cierto que no hay ninguna medida que no les afecte”, comenta el economista Luis de la Calle, coautor del libro Clasemediero. Pobre no más, desarrollado aún no. Como explica De la Calle, aunque muchos cambios estén más dirigidos a los hogares con más ingresos, estos “tienen un colchón con el que no cuentan las clases medias” y eso es lo que hace que estas últimas parezcan más afectadas.
El doctor Fausto Hernández apoya otra idea que también se ha reproducido en las conversaciones sobre el tema: serán los trabajadores formales aquellos que tendrán que soportar el peso de la reforma. “La discusión no es sobre clases medias contra clases altas o bajas. Se trata de trabajadores formales frente a informales”.
A pesar de que uno de los objetivos que se ha propuesto el Ejecutivo de Peña Nieto es promover el empleo informal e reducir el número de trabajadores que se emplean en la informalidad —calculado en el 60%—, Hernández cree que la reforma “desalienta la formalidad”. Para defenderlo, explica que, si se instala una pensión para mayores o la atención médica universal, los trabajadores no van a tener alicientes para pasar a la formalidad y pagar impuestos, puesto que van a recibir las mismas contraprestaciones que si no lo hacen.
“De la Población Económicamente Activa (PEA) de México, solo una cuarta parte está formalizada. Es a estos a los que van a pegar las subidas de impuestos. A las otras tres cuartas partes - ya sean clases altas, medias o bajas - no les va a afectar tanto”, defiende el doctor, que cree que se ha centrado el debate del impacto de manera errónea. Y concluye: “El uso de las clases medias solo responde a una razón y no es económica: es un arma política”.
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