¿Cuándo nos vamos a morir?
Saber la fecha de nuestra muerte. Eso es lo que aseguran poder determinar gracias a un complejo análisis de sangre un equipo de investigadores finlandeses y estonios. Los expertos aseguran que llevamos escrito en la sangre una especie de «firma» de mortalidad que predice nuestro riesgo de fallecer por cualquier enfermedad en un plazo de 5 años.
Los investigadores han llegado a esta conclusión tras analizar las muestras de sangre de más de 17.000 personas sanas que fueron seguidas durante varios años. En concreto, los expertos buscaron la presencia de cientos de biomoléculas en la sangre que podrían reflejar el riesgo de morir en los 5 años siguientes. En un estudio publicado en «PLoS Medicine» describen la identificación de cuatro de estos biomarcadores.
Los biomarcadores identificados fueron: albúmina , glicoproteína alfa-1- ácido, citrato y la densidad de partículas de lipoproteínas de muy baja densidad. De todas, la albúmina era la única que ya había sido vinculada con la mortalidad. Todas están normalmente presentes en la sangre, pero es su cantidad lo que define el riesgo de muerte.
Los nuevos biomarcadores ayudaron a detectar a aquellos individuos que tenían un mayor riesgo de morir durante los cinco años de seguimiento. Ysu valor predictivo era independiente de factores de riesgo conocidos como la edad, el tabaco, el consumo de alcohol, la obesidad, la presión arterial y el colesterol. El resultado no se alteraba ni siquiera cuando se examinaron sólo personas aparentemente sanas.
Debilidad del organismo
En opinión de Johannes Kettunen, uno de los autores del trabajo, lo que hace especialmente interesante «es que estos biomarcadores reflejan el riesgo de morir a causa de muy diferentes tipos de enfermedades, como enfermedades cardiovasculares o cáncer». Kettunen, del Institute for Health and Welfare, en Finlandia, segura que «parecen ser signos de una debilidad general en el organismo».
Los investigadores creen que en el futuro se pueden utilizar estos biomarcadores para identificar a las personas que aparentemente parecen sanas, pero que en realidad tienen enfermedades graves y ofrecerles un tratamiento adecuado. No obstante, reconocen, se necesitan más estudios antes de que estos hallazgos se pueden aplicar en la práctica clínica, añade Kettunen.ABC