El comisario de la antigua Policía Metropolitana, Iván Simonovis, escribió una carta al cumplirse ocho meses desde la última vez que sus abogados defensores solicitaron una medida humanitaria a su favor, y de la cual aún no ha tenido respuesta.
Simonovis exige a la juez Ada Marina de Armas "que se pronuncie, que niegue o apruebe la medida, ¡pero que decida!".
Más de una década ha pasado desde la condena recibida por Simonovis tras los hechos del 11 de abril de 2002, donde murieron 19 personas y otro centenar resultara herida.
Lea a continuación la carta completa:
Se sigue haciendo uso del genuflexo "sistema de justicia" para negarme lo que por derecho me corresponde. Se evidencia que hay personas de insaciable morbosidad e inequívoca tendencia a la venganza y no a la justicia.
En mi caso, es una venganza con sádico refinamiento que solo se ve en espíritus pervertidos, en esos que se deleitan con el sufrimiento ajeno. Para ellos eso es un tonificante a sus bajas emociones. Estoy bajo la tutela de refinados verdugos que llevan a cabo una alevosa tortura.
Se han cumplido todos los requerimientos que la juez Ada Marina de Armas ha solicitado; he sido diagnosticado por médicos forenses del CICPC, de la Fiscalía, del SEBIN y además de sendos informes del Hospital Militar (éste último exactamente como lo había exigido la juez, conformado por una "junta médica militar").
Todos los exámenes y diagnósticos coinciden en las mismas patologías; sin embargo la juez no decide sobre la solicitud de medida humanitaria interpuesta hace 8 meses, y de manera insólita lo que acaba de ordenar es ¡que otro médico forense de la fiscalía me examine!
¿Qué más tienen de examinar? ¿qué examen que no hayan hecho ya, van a hacer ahora? ¿es que los médicos forenses de CICPC, SEBIN y Fiscalía no supieron lo que hacían? ¿Es que la “junta médica militar” que la juez pidió me examinara no era suficientemente expertos o capaces? ¿O es que la juez no quiere decidir?
Por lo menos 4 de los 7 días de la semana padezco de espasmos y dolores abdominales, que si bien no ameritan "urgente" asistencia médica, cercenan mi ya maltrecha calidad de vida. Le exijo a la juez Ada Marina de Armas que decida, que se pronuncie, que niegue o apruebe la medida, ¡pero que decida!
Recientemente el TSJ decidió de forma veloz y expedita un recurso contra los Alcaldes opositores de Caracas. Mi defensa introdujo la solicitud de medida humanitaria en Julio del 2013, hace 2 meses un amparo ante la Corte de Apelaciones del estado Aragua y de igual forma se denunció a la juez ante la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, en ninguno de estas diligencias hay pronunciamiento alguno. Aquí no hay celeridad.
Se me ordena un nuevo examen médico, ¿Que van a hacer ahora? ¿es que los médicos forenses de CICPC, SEBIN y Fiscalía no hicieron lo que se supone que harían? ¿Es que la “junta médica militar” que la juez pidió, no fue suficiente? ¿o es que la juez no quiere decidir? ¿y porque a mí no se me aplica esa celeridad del TSJ? ¿la justicia en este país es una sola, o hay varios tipos, dependiendo de para quien se aplique? ¿por qué el TSJ no le ordena también a la juez que decida ya?
Son ya 10 años que mi familia yo padecemos de esta una tortura. A veces siento que es preferible enfrentar un pelotón de fusilamiento y no este asesinato a cuenta gotas.
En mi país, muchos somos víctimas de la máquina de martirios, algunos en forma pasiva, otros en forma activa. Sin embargo hay quienes pretenden llevar una vida "normal", pero al final les espera una lenta agonía mientras siguen pensando que nunca les tocará.
Sin duda existe el uso de la intimidación tosca para sofocar todo intento de libertad. Nada debe detenernos ni callarnos a la hora de cumplirle a Venezuela y así lo ha demostrado más de medio país.
Mi agradecimiento a todas las personas, ONGs y medios de comunicación que mantienen en la mente de los venezolanos a todos los presos políticos. Mi respeto y solidaridad con los aguerridos estudiantes por su constancia y su tenacidad en la lucha por la libertad de todos los venezolanos.
En casi 10 años de tortura y prisión no he perdido la entereza, y es porque sé que como yo, hay miles de personas demostrando con templada voluntad su naturaleza luchadora, gente con un inflexible espíritu de libertad y un ánimo indestructible para defender los derechos que nos corresponden.
Serán las generaciones futuras las que darán su veredicto sobre la forma cómo llevemos esta transcendente misión.
¡Nunca me voy a rendir!
Ivan Simonovis