Se hicieron los guapos pero ninguno copó la parada. Partido áspero, duro, de pierna fuerte, de más nervio que fútbol. Lo buscó más Boca, pero no le dio el cuero para hacer diferencia en una Bombonera que explotaba: quería ganarlo pero tampoco quemó las naves, consciente de que el cero en el arco propio es un plus en el marco de un empate. Esta vez sin cancha mojada, sólo regada en la previa, River buscó cuando pudo y le costó mucho generar, tuvo un leve dominio en una parte del segundo tiempo y en un pasaje del final, generando sólo un casi taco de Teo. ¿Alguno se fue mejor parado?
Está claro que cada uno mira el medio vaso lleno: Boca el cero que se llevó de local y River el punto. Fue un partido peleado literalmente, con su punto cumbre en el final del primer tiempo, con un patadón de Ponzio que generó la reacción de Forlin y el barullo de todo. Ahí se terminó de encender el superclásico en esta primera semi de Sudamericana, y no decayó en toda la noche. Testosterona de más y amonestados de a montón, siete en el Millo y dos en el local, con un árbitro que por momentos fue permisivo y que hizo todo lo posible para que terminaran 11 contra 11.
Boca fue actitud, sin juego, encendido al principio cuando jugó el Burrito Martínez (salió lesionado), empujando con muchas ganas y desaprovechando las pelotas de juego aéreo: tuvo más de diez entre corners y tiros libres y sólo preocupó en la del final, con el cabezazo al que no pudo darle dirección Gago. Tuvo sólo dos: un zapatazo del chocador Chávez y aquel testazo del 5. River nunca lo jugó e hizo lo que pudo, aunque tuvo la virtud de no desesperarse y se fue amigando con el cero, quedó claro cuando Gallardo metió a Solari por Pisculichi, de noche floja: en caliente es el que se fue más satisfecho porque define en casa, con su gente.
Más que un partido fue Titanes en el Ring. Los titanes del empate que volverá a verse el jueves que viene en el Monumental. Y ahí sí, no hay tu tía, deberán definir quién es el más guapo. O simplemente quién es el mejor.OLE