La policía japonesa ha vuelto a detener hoy a la conocida como "artista de la vagina" por exhibir esculturas de sus genitales que podrían ser consideradas "obscenas" por el código penal nipón, tras ser arrestada en julio por un delito similar.
Se trata de Megumi Igarashi, una artista de 42 años residente en Tokio que aunque firma sus obras con el alias de Rokudenashi-ko ("chica mala") fue bautizada por los medios como "artista de la vagina" por sus diversas esculturas e instalaciones de arte pop inspiradas en los genitales femeninos.
Igarashi ha sido detenida hoy en el distrito tokiota de Setagaya junto a la propietaria de un "sex shop", Minori Watanabe, por ser ambas presuntamente responsables de distribuir "material obsceno", según recoge hoy el diario Asahi.
El establecimiento habría exhibido esculturas de yeso creadas por Igarashi y que reproducen su propia vagina, señalaron fuentes policiales al citado periódico.
Las dos detenidas negaron los cargos y afirmaron que los genitales femeninos "no son obscenos", según la misma fuente.
La ilustradora y escultura saltó a la fama en julio cuando pasó una semana arrestada por haber enviado datos que servían para recrear sus genitales con una impresora 3D, lo que según las autoridades vulnera la ley japonesa que prohíbe distribuir material "obsceno".
Su detención atrajo la atención de medios nacionales e internacionales, e incluso fue objeto de una petición a través de internet, en la que más de 21.000 personas reclamaron su liberación.
Igarashi fue puesta en libertad bajo la condición de destruir los datos que había distribuido y las obras en las que reproduce su vagina.
De ser declarada culpable tras su nuevo arresto, podría ser condenada a una pena de hasta dos años de prisión o multada con 2,5 millones de yenes (24.665 dólares), según los medios nipones.
El código penal nipón prohíbe la distribución de materiales "obscenos", aunque no incluye una definición exacta de esta categoría.
En la práctica, las reproducciones de genitales humanos que aparecen en medios audiovisuales e impresos -por ejemplo, en la industria pornográfica nipona- son censuradas para evitar problemas legales.
EFE