En Sudán del Sur, unos seis millones de personas, más de la mitad de la población, necesitan asistencia humanitaria y 2,8 millones padecen hambre; dos millones han huido de sus comunidades y más de la mitad de los niños en edad escolar no asiste a clase.
Así describió este jueves la situación humanitaria en ese joven país africano el jefe de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), durante una sesión del Consejo de Seguridad dedicada a Sudán del Sur.
Stephen O'Brien subrayó la precariedad en la que viven los sursudaneses y lamentó que pese a los continuos llamados a la protección de la población, las partes en conflicto continúen atacando, desplazando y exacerbando la gravedad de la crisis humanitaria, mientras el conflicto se extiende a todo el territorio del país.
Destacó también el desafío que plantea la incongruencia entre las garantías que promete el gobierno a la entrada de ayuda y el proceder de los grupos locales, que imponen cuotas ilegales a los convoyes humanitarios para cruzar los puestos de control.
"Los retrasos en la entrega de asistencia cuestan vidas y gastan valiosos recursos. El personal humanitario necesita acceso oportuno e irrestricto a las áreas que precisan asistencia vital, no concesiones caso por caso luego de mucha presión y persuasión por parte de los trabajadores", dijo O'Brien.
O'Brien urgió a la comunidad internacional y al Consejo de Seguridad a actuar para poner fin a la catástrofe humanitaria que se avecina en Sudán del Sur.