En Hollywood, lleno de apariencias y comportamientos políticamente correctos, la actriz Michelle Rodríguez, conocida por sus arriesgadas aficiones y sus problemas con la ley, se destapa, en una entrevista con Efe, como un cordero con piel de lobo, todo un carácter a la espera de ser domado.
"Me encanta vivir al límite, hace que me sienta viva", dijo la artista en una entrevista con Efe, un día después de haberse lanzado en paracaídas desde un avión. Y en apenas diez minutos de charla, la intérprete de Texas, de 34 años, que este viernes estrena en EEUU "Battle: Los Angeles", abrió su corazón en muchos aspectos.
Habló sobre su hiperactividad, de su encasillamiento y acerca de lo que le pide al futuro: "Sueño con que un director me haga sufrir". Pero, sobre todo, dejó claro que tiene potencial para mostrar mucho más de lo que le han permitido hasta ahora.
"Me sería más fácil ganar un Óscar como guionista que como actriz", consideró Rodríguez, quien reveló que su ambición siempre fue escribir y que fue eso lo que la incentivó a meterse en esta industria.
"Voy a hacer películas cinco años más y después me dedicaré sólo a la escritura", agregó, para puntualizar que ser actriz quedará en "un segundo plano",
Protagonista de "Girlfight" (2000), recuerda que no ha vuelto a leer un guión dramático "tan bueno".
En los cinco años más que se da para hacer películas la actriz espera encontrar el guión perfecto y el director adecuado. "Alguien que vea a esa niñita, esa vulnerabilidad en mi interior", asegura.
En "Battle: Los Angeles", de Jonathan Liebesman, da vida a la militar Elena Santos, una mujer de armas tomar con más de un punto en común con la actriz. "Una pistola es mi mejor amiga", advirtió.
"Es genial y muy divertida. Pensé que sería sólo acción y evolucionó en algo más íntimo. No sabía que Jonathan iba a filmar tan en cámara en mano, cerca de nuestros rostros. Era como un programa de telerrealidad. Una experiencia nueva para mí", dijo la intérprete, que se preparó duramente para el proyecto.
"Corría tres kilómetros cada mañana a más de 40 grados. Luego portaba armas, las disparaba, las recargaba... Esa fue mi vida durante cuatro meses", apuntó Rodríguez, más "madura" tras haber dado con sus huesos en la cárcel en varias ocasiones.
Sus problemas con la Justicia, casi siempre relacionados por conducir en estado ebrio o por incumplir su libertad condicional, le han granjeado una imagen de "chica mala" en la industria, algo que dice no preocuparle en absoluto.
"Me encanta el riesgo, me prende vivir al límite; hace que me sienta viva", explicó.
Rodríguez, apasionada, se levanta del sofá, corre la persiana y señala el atardecer en la playa de Santa Mónica: "Ves", pregunta. "Esta paz no me dura mucho. De repente me viene una ansiedad. ¿Qué voy a hacer antes de morir? Soy joven, tengo salud y necesito estímulos. Trato de tener más paciencia, pero no sé si lo conseguiré. Mis agentes ya se cansaron", admitió.
El mundo interior de Rodríguez espera su momento a ser plasmado en papel. La actriz espera que exista un público interesado y, sobre todo, un productor tan arriesgado como ella para invertir en su guión.
"Quiero hablar de amor incondicional. Siento que todo el mundo tiene luz por dentro, pero no todos la tienen prendida. Me encantaría inspirar y prender esa luz con mis guiones. El corazón será algo prominente en lo que escribo", concluyó.
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