Los soldados sirios continúan con su ofensiva contra la población crítica con el régimen en la frontera con Turquía. Hoy han entrado en Yisr al Shogur, población asediada por el Ejército desde hace días, según informa la agencia semioficial Anadolu. Algunos de sus habitantes llamaron a sus familiares de la parte turca para explicar que los soldados habían entrado en la localidad, asegura la fuente. En la torre de vigilancia del pueblo llegó a ondear una bandera turca, que fue sustituida por una siria, según han contado algunos ciudadanos. La agencia privada Cihan informó de que las actividades militares en Yisr al Shogur han provocado una mayor presencia de unidades militares turcas en la zona fronteriza.
Un grupo de refugiados sirios de la provincia de Idlib, en el noroeste, ha confirmado que las tropas y los vehículos armados están a tan sólo 500 metros de la frontera en la zona de Khirbat al Joz.
Además, las tropas han entrado en otra ciudad fronteriza, Managh (a 15 km de la frontera), en el norte de la segunda ciudad en importancia del país, Alepo, según han informado a Reuters habitantes de Alepo. "He sido contactado por algunos familiares de Managh. Personal armado está disparando aleatoriamente y la gente está escapando de la localidad en todas las direcciones", ha dicho un vecino de Alepo.
La llegada de los soldados ha provocado un nuevo éxodo hacia Turquía, personas que se unen a los miles de sirios que han cruzado la frontera buscando asilo desde el pasado 29 de abril. Los refugiados se hacinan en campamentos levantados por la Media Luna Roja y las autoridades turcas. Varios cientos de sirios esperan la autorización para cruzar.
Ayer, por primera vez después de este éxodo, se registró un mayor número de refugiados que regresaban a Siria al de entradas, pero el número total de los acampados en Turquía es aún de 10.224, según la Oficina turca de Situaciones de Desastres y Emergencia.
Nada apunta a que la situación vaya a cambiar pese a las presiones de Occidente. En su último discurso televisado el pasado día 20, el presidente sirio El Asad anunció la creación de varios comités con la misión de estudiar posibles reformas, pero también que seguiría siendo implacable con las protestas "vandálicas" organizadas "desde el extranjero". Su discurso aspiraba a calmar los ánimos, pero consiguió lo contrario: sus palabras provocaron decenas de manifestaciones espontáneas.
El presidente de Siria llevaba un mes sin hablar en público y el último ha sido su tercer discurso desde el inicio de la crisis, a mediados de marzo. Uno de sus principales aliados, el primer ministro turco Tayyib Recep Erdogan, le había instado a que anunciara de una vez una auténtica apertura del régimen y ordenara el retorno de los militares a los cuarteles.
Riesgos económicos
Si la situación continúa como hasta ahora, el mejor aliado de los rebeldes contra el presidente del país será la débil economía. El mismo El Asad lo reconoció en su último discurso: la situación económica es muy inestable. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado a la baja recientemente sus perspectivas para el país a un 3%, frente al crecimiento de 5,5% que vivió el año pasado.
La temporada turística, por otro lado, está en punto muerto. El sector, floreciente en años anteriores, representa el 12% del PIB sirio y sus beneficios están en torno a los 6,5 millones de dólares. Da trabajo en torno al 11% de la mano de obra del país. Las ciudades históricas del país están hoy vacías, y los miles de trabajadores del sector buscan una alternativa.
Además, la burguesía y los comerciantes se arriesgan a que, si la situación se alargan, podrían cuestionarse su lealtad política, a falta de alternativas viables del régimen. "La economía siria va muy mal, y esto afecta a toda la población, pero especialmente a la gente dedicada al comercio, la industria y el turismo", explica Lahcen Achy, experto económico en el centro Carnegie Middle East Center de Beirut.
AGENCIAS