Guerra contras las polillas en los museos británicos
En los últimos cinco años se ha visto un aumento notable en la presencia de polillas y otros insectos en varios museos del Reino Unido. Algunos expertos apuntan como posible causa al calentamiento global, otros a la prohibición en el uso de insectidas.
Lo cierto es que el problema ha llegado a proporciones alarmantes y para combatirlo los museos están recurriendo a uno de los grandes expertos en el tema.
"Cuando se trata de objetos recolectados hace cientos de años en diferentes lugares del mundo, si se pierden son irreemplazables", dijo a la BBC David Pinninger, un entomólogo que trabaja en los museos nacionales del Reino Unido.
Casi todos los grandes museos tienen hoy en día un problema serio con polillas, cuando hace una década apenas se encontraban algunas", señaló Pinninger.
Las polillas que transforman en su almuerzo a textiles venerables miden cerca de ocho milímetros, pero no es el tamaño lo que importa. "Cuando la gente encuentra una polilla grande piensa que es más dañina, pero las que comen la ropa son muy pequeñas".
"Pensar como un insecto"
Uno de los centros afectados es el Museo Pitt Rivers, que alberga las colecciones de antropología y arqueología de la Universidad de Oxford.
En 2005, las polillas infectaron una vitrina completa y el problema se extendió rápidamente.
Estas vitrinas están llenas de fibras naturales, como cabellos y piel, un festín para las larvas", dijo Heather Richardson, directora de conservación en Pitt Rivers.
En el Museo de Londres varias colecciones son alimento potencial para polillas. Allí se encuentra el vestido de Ann Fanshawe, hija del alcalde de Londres en 1751.
"Es bellísimo y muy comestible, de modo que lo inspeccionamos con gran cuidado", señaló Adrian Doyle, curador de colecciones del Museo de Londres.
"Si encontráramos un par de polillas sería preocupante, porque tenemos muchos textiles y los insectos se multiplican tan rápido que en poco tiempo acabaríamos con una epidemia", agregó Doyle.
David Pinniger asegura que los recovecos y grietas en los edificios históricos son un escondite ideal. "Para combatir estas pestes, hay que pensar como un insecto. Si fuera una polilla, buscaría un lugar oscuro, caliente, donde nadie me moleste. Así que es en esos sitios donde debemos buscar".
Calefacción
¿A qué se debe el aumento en el número de polillas?
"Todo el mundo está hablando del cambio climático, porque hemos tenido inviernos menos fríos. Pero también es importante señalar que algunos pesticidas muy efectivos ya no pueden usarse", señaló Pinninger.
Dichlorvos, un insecticida que se utilizó durante años en los museos, fue prohibido cuando se comprobó que era cancerígeno.
Adrian Doyle cree que la calefacción en los museos es también un factor contribuyente. "Cuando yo era niño, si uno iba al museo y hacía frío había que ponerse abrigo. Con temperaturas bajas los insectos no sobrevivían".
Trampas modernas
Los expertos están recurriendo a técnicas modernas. En el museo Pitt Rivers se están utilizando trampas de feromonas, las sustancias químicas liberadas por las hembras para atraer a los machos.
Hay un panel con un pegamento especial en el que se colocan feromonas equivalentes a las emitidas por 1.000 polillas hembras. Los pobres machos quedan atrapados", explicó Pinninger.
En el Castillo de Dover se está utilizando un producto llamado Exosex, que recubre a las polillas machos con feromonas. Los machos acaban así atrayendo a otros machos, con lo que se interrumpe el ciclo reproductivo.
Pero a veces la solución más sencilla es también la más efectiva.
"Como una medida preventiva, lo que hago es poner los objetos infestados en compartimientos refrigerados, a una temperatura de 30 grados bajo cero. La mayoría de los insectos muere en un período de tres días", dijo a la BBC Val Blyth, del Museo Victoria & Albert en Londres.
El problema de las pestes en los museos y las estrategias para combatirlo será discutido por Pinninger y sus colegas en un encuentro en el Museo Británico en octubre.
BBC