(AFP) – Un diario provincial cubano lanzó este lunes un inusual llamado a los cubanos residentes en la isla a reconciliarse con sus compatriotas emigrados, suprimiendo estigmas que los descalificaron durante décadas.
“En nosotros, principalmente los jóvenes, como constructores actuales de la Revolución, está la oportunidad de comenzar el proceso de normalización de las relaciones entre el pueblo cubano que vive dentro y fuera de Cuba… después de todo, es el mismo pueblo”, señala el diario Guerrillero, de la occidental provincia de Pinar del Río.
El artículo “Jóvenes y emigración: Cuba somos todos” se publica una semana después de que el presidente Raúl Castro anunciara próximas flexibilizaciones en la estricta política migratoria vigente, tanto para residentes como emigrados.
Guerrillero, “con el objetivo de mostrar otra imagen del emigrado”, hizo una encuesta entre 15 jóvenes pinareños emigrados de entre 22 y 30 años, que decidieron residir de forma temporal o permanente en Italia, Chile, Canadá, Ecuador, España, México y Estados Unidos.
Los encuestados coinciden en que, satisfechas sus necesidades materiales y en marcha sus proyectos de vida, mantienen sin embargo un desarraigo muy fuerte y la necesidad de mantener vínculos y visitar la isla.
Añade que “todos confiesan pensar en Cuba siempre o frecuentemente, y con asiduidad buscan informaciones sobre la isla”, desde correos, llamadas, prensa y redes sociales.
El diario recuerda que “en la isla, durante décadas no era bien visto el ser emigrado, situación cambiante en la actualidad, cuando se define la decisión más por factores económicos y familiares, especialmente en los jóvenes”.
“No se puede limitar la identidad porque se han escogido caminos diferentes”, concluyó el diario.
Cuba, con 11,2 millones de habitantes, tiene una emigración de más de un millón de personas congregadas fundamentalmente en Estados Unidos y Europa, que abandonaron el país después de 1959, al triunfar la revolución de Fidel Castro.
El fenómeno se politizó como parte del diferendo entre La Habana y Washington, y los emigrados fueron considerados traidores, desertores y enemigos durante décadas.