Villarreal ganó 1-2 al Sevilla en el Sánchez Pizjuán y logró su primer triunfo de la temporada fuera de casa, lo que permite al "submarino" amarillo emerger desde los puestos de descenso a costa de los sevillistas, que llevan siete partidos sin vencer y se hunden cada vez más en medio de la bronca de su afición.
Con la novedad del regreso al 4-4-2 y del malí Frederic Kanouté junto a Álvaro Negredo en punta, tras su supuesta disputa con el técnico Marcelino García Toral que, según dicen ambos, no fue tal, el Sevilla fue el primero en inquietar con un tiro flojo de Manu.
Sin embargo, los de José Molina se hicieron con el control del centro del campo y fueron erosionando al equipo andaluz, que anduvo perdido, despistado y falto de intensidad, con lo que los amarillos, con Borja Valero al timón, aprovecharon la pasividad de su rival y, en su primera acción clara, se adelantaron por medio de su "cerebro" Borja Valero, tras un centro al área de Ángel a los 21 minutos.
Con el 0-1, el conjunto villarrealense, que dominaba claramente el centro del campo con Bruno y un renacido Marcos Senna, se encontró aún más a gusto en el campo, con Cani y Borja Valero llevando el desconcierto a la nerviosa y dubitativa zaga sevillista.
Villarreal, con más profundidad que un Sevilla que jugó a impulsos, montó contragolpes muy peligrosos que dejaron en evidencia al entramado defensivo local y estuvo cerca del 0-2 a la media hora tras una falta lanzada por Valero que empalmó el argentino Musacchio, pero Javi Varas, providencial, despejó con acierto.
Los de Marcelino reaccionaron por su acuciante situación y, tras avisar con un cabezazo de Kanouté que despejó Diego López, equilibraron de nuevo el marcador en una rápida incursión por la derecha de Jesús Navas, cuyo centro desvió Bruno para marcar el 1-1 en propia puerta.
Esto espoleó al Villarreal, que rozó el segundo en dos acciones del canterano Joselu a cinco minutos del descanso, pero ahí emergió la figura de Javi Varas, que en su partido número 50 en Primera salvó a su equipo en un tramo final del primer tiempo alocado.
En la reanudación, Marcelino, muy presionado por la necesidad de su equipo y cuestionado por la grada, se la jugó con un esquema muy ofensivo. Ordenó pasar a una defensa de tres y reforzó el medio campo con la entrada del alemán Trochowski y de Reyes.
Asumir riesgos. Ése era el peaje de ir descaradamente a por el partido. El exceso de gente en ataque hizo recular al Villareal y el Sevilla, con mucho más empuje, lo intentó varias veces con Navas, Reyes, Trochowski y Kanouté, aunque con la contrapartida muy peligrosa de que a cada pérdida de balón sucedía una contra visitante.
El desequilibrio en las líneas del Sevilla dio superioridad a los amarillos, que a los 53 minutos no marcaron de milagro. Borja Valero, solo ante Varas, eligió mal: en vez de chutar a gol, abrió a la derecha para Joselu, pero el portero se anticipó. Poco después, Senna disparó alto y Cani, con todo a favor, tiró al poste.
El partido estaba loco. Los sevillistas, con mucha pólvora arriba pero con las líneas muy separadas y casi jugando a la ruleta rusa, permitían las salidas vertiginosas del Villarreal, que perdonó, no cerró el pleito por su ineficacia en el remate y fue diluyéndose.
Mientras, el Sevilla buscó el gol con ahínco y lo olió en torno al último cuarto de hora en un gran cabezazo de Negredo a centro de Navas, un fuerte tiro de falta de Trochowski y otro, raso y potente, de Navas, pero Diego López, fantástico, salvó el 2-1 para los suyos.
Los sevillistas, sin orden alguno, buscaron un zarpazo que se les negó, y ante su desequilibrio y falta de norte el Villarreal aprovechó su momento, en la enésima contra llevada por Borja Valero, al marcar Camuñas el 1-2 y llevar el enfado al sevillismo, que despidió al cuestionado Marcelino y a su equipo con una gran bronca.