¿Por qué si la medicina ha avanzado tanto, existe, tan recurrentemente en estos tiempos, la necesidad de volver a prácticas que rememoran eras ancestrales y se basan más en la naturaleza que en la ciencia? La respuesta a esta interrogante puede encontrarse en que, justamente, debido a esos avances y al aumento de la población que tiene acceso a los centros hospitalarios, los nacimientos han tendido a convertirse en procedimientos clínicos estandarizados, que si bien pretenden ofrecer mayor confort a la madre, no siempre corresponden a las ideas que se tienen acerca del parto. Entre las ventajas del parto en un centro hospitalario o clínico, que ya puede calificarse como tradicional, se encuentran el aprovechamiento de recursos tecnológicos para detectar cualquier riesgo y atenderlo oportunamente, la facilidad que gozan las familias para programar el nacimiento y el acceso inmediato a medicamentos que alivian el trabajo de parto.
Pero hay quienes alegan que la medicina convencional ha desvirtuado el significado del nacimiento, haciéndolo cada vez más impersonal y dejando de lado, en muchas ocasiones, los deseos de la madre, con respecto al modo de dar a luz. Para cubrir las expectativas de aquellas familias que ven en el nacimiento algo más que una intervención médica, ha surgido una tendencia que llama a humanizar este acontecimiento y hacerlo más parecido a las prácticas primitivas, sin dejar de aprovechar las bondades tecnológicas, con el fin de que tanto la madre, como el padre y el bebé construyan, en un ambiente de confianza, un vínculo armonioso, desde la gestación hasta el alumbramiento.
Una de las instituciones que defienden este punto de vista es Aquamater, pionera en Venezuela del parto en agua y de nacimientos naturales. La premisa según su coordinadora de asuntos públicos, Holanda Castro, es que cada mujer se sienta libre de decidir cómo quiere traer su hijo al mundo. De la mano de los cursos prenatales, las familias van conociendo las alternativas, evaluando sus niveles de identificación con cada una de ellas, hasta llegar a tomar una decisión que es a la vez tan consciente y personal, como adaptable a las circunstancias que rodeen el momento del nacimiento.
Castro reconoce que aunque todos los embarazos pueden ser estudiados para que encajen en esta tendencia, es preferible sumarse a esta práctica cuando existe muy bajo riesgo de complicaciones, y afirma que aunque se busca la mayor naturalidad posible, ningún parto alternativo debe prescindir de especialistas como anestesiólogos, neonatólogos, enfermeras y médicos obstetras para que atiendan a la mamá y al bebé cuando sea pertinente. Los padres que se sienten atraídos por algún tipo de nacimiento alternativo deben conocer las implicaciones que conllevan cada uno de ellos y prepararse física y mentalmente para aprovechar sus ventajas.
PARTO EN AGUA
Aunque todavía se considera una forma no convencional de dar a luz, el parto acuático es la opción que provee menos traumas al bebé, porque éste llega a un ambiente similar al que ha estado acostumbrado por nueve meses. Al nacer, puede permanecer por más tiempo en los brazos de su madre e incluso, succionar el calostro. Se requiere contar con una bañera o jacuzzi acondicionado para la ocasión, es decir, estrictamente esterilizado y con agua a una temperatura constante de 37 grados. Una vez que la madre ha alcanzado los ocho centímetros de dilatación, se sumerge en el líquido para encontrar la postura más cómoda para expulsar al bebé.
El agua ayuda a relajar los músculos de todo el cuerpo, al tiempo que inhibe la secreción de adrenalina e incrementa la de endorfinas, por lo que la madre experimenta menos dolor y se acorta el tiempo y esfuerzo del parto. De hecho, este tipo de parto reduce en 98% la necesidad de realizar episiotomías. En el agua no pueden realizarse procedimientos quirúrgicos, ni aplicarse anestesias, por eso, si se presenta cualquier situación fuera de lo normal, la madre debe abandonar el medio acuático y terminar el proceso en seco. Sin embargo, el agua no es impedimento para recolectar las células madre del cordón umbilical.
PARTO VERTICAL
El gran aliado en este tipo de parto es la fuerza de gravedad, de hecho, las mujeres en todos los tiempos han adoptado esta posición en el momento de traer un bebé al mundo, de manera casi instintiva. La mujer no necesariamente debe permanecer de pie, puede colocarse también de cuclillas, agachada o semisentada y contar con telas o barras suspendidas desde el techo, que sirven como puntos de apoyo y las ayudan a permanecer lo más cerca del suelo posible. Igualmente, la pelota suiza, mejor conocida en el ámbito del ‘fitness’, es usada no solo para relajar los músculos, sino también para que la madre encuentre la posición adecuada.
Una de las ventajas del parto vertical es que en esta posición no se produce la compresión de los grandes vasos sanguíneos (la arteria aorta y la vena cava) que van por delante de la columna vertebral y por detrás del útero, lo que hace que desaparezca la sensación de ahogo que siente una mujer que está dando a luz de forma horizontal. Los acompañantes y expertos que están con la mujer durante el parto vertical deben prácticamente acompasar los movimientos y posturas de la parturienta, de manera de poder monitorear el curso del acontecimiento y alistarse para intervenir si es necesario.
CESÁREA HUMANIZADA
Aunque es muy común, actualmente, que las madres programen, vía cesárea, la fecha del nacimiento del bebé, para Castro esto significa un acto de agresión, porque no se está respetando ni el tiempo ni el ritmo del ser humano que está por nacer. La aplicación de esta cirugía debe responder, más bien, a la necesidad de preservar la salud y la vida de la madre y el bebé, tal como lo indica la Organización Mundial de la Salud.
Para que una cesárea sea humanizada se requieren dos condiciones: primero, que la madre esté informada de cada uno de los pasos de la intervención, de manera que sus miedos se mitiguen y se aclaren todas las dudas que puedan surgir. Y en segundo lugar, es esencial que el padre o persona de apoyo tome un rol mucho más activo y participante que en otro tipo de nacimiento, porque en este caso, la madre permanece algún tiempo bajo el efecto de la anestesia y requiere que una persona de su entera confianza quede a cargo del recién nacido hasta que ella pueda estar con él de nuevo. Castro recomienda que, al igual que en los partos naturales, la mujer cuente con lo que ella llama sus “fuentes de poder”, que son elementos como la música, objetos o amuletos que faciliten su relajación.