La disciplina impartida a los hijos puede verse en riesgo si entre los padres no hay acuerdos o unidad de criterios en cosas comunes ya sean hábitos, rutinas o reglas establecidas previamente, porque pueden llevar al menor a la confusión. Así lo señaló Malena Loayza, psicóloga educativa y asesora familiar.
“Si un niño vive en un ambiente donde la mamá dice una cosa y el papá otra, termina confundido. En la medida que los padres hablen el mismo idioma, será más fácil inculcarles la disciplina. Para eso, tienen que conversar previamente sobre las reglas que quieren para sus hijos y estar de acuerdo con ellas”, dijo.
Después de los hábitos y rutinas, el niño pequeño aprende el orden. “A partir del año se le puede enseñar a guardar sus juguetes y luego lo hará solo”, indicó y dijo que la disciplina no puede imponerse, sino más bien justificar por qué hacer las cosas y enseñarle al menor que ser obediente es algo bueno para él.
Según Loayza, es fundamental que el niño sepa lo que se espera de él y que ambos padres se apoyen en las reglas o indicaciones que les den a sus hijos. Cuando se presente alguna falta de acuerdo entre la pareja recomendó resolverla cuando estén solos y nunca con el niño presente.
“Si señalamos frente al menor que no estoy de acuerdo con lo que el otro papá le está diciendo, estoy trayendo abajo o desautorizando la imagen del propio padre. La idea es que ambos se apoyen al dar las indicaciones, incluso cuando en ese momento no estén de acuerdo”, aseveró Loayza.
¿Falta autoridad en el hogar?
Las conductas rebeldes, de oposición o desafiantes que antes podían haber en algunos niños solían presentarse en la etapa escolar. Sin embargo, para la experta, ahora el nivel de oposición es más elevado y está también presente en niños menores de cinco años, requiriendo apoyo psicológico o asesoría familiar.
“Hay corrientes educativas que sostienen que un niño autónomo e independiente debe tomar sus propias decisiones. Pero hay cosas sobre las cuales el menor no puede decidir”, dijo Loayza, quien indicó quemuchos padres viven en conflicto, pues no saben cómo satisfacer las demandas cada vez mayores de sus hijos.
Cuando los padres trabajan suelen asociar la ausencia de no pasar tiempo con sus hijos con sentimientos de culpa. “No pocas veces se mal entiende el cariño o afecto hacia los chicos con sobreprotección. Si le piden uno, el padre les da tres y las demandas son cada vez mayores”, advirtió Loayza.
De esta forma, los niños crecen con mensajes equivocados. “Hay mucho temor en los padres de decirle ‘no’ al hijo, porque creen que podría generarle alguna carencia afectiva o problema en su relación con él”, explicó, cuando es cada vez más necesario decirle un buen ‘no’ al chico explicándole siempre las razones.
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