Una histórica ley de control de la natalidad vigente en Filipinas a partir de este jueves después de años de oposición de la Iglesia católica llegó demasiado tarde para Rosalie Cabenan, un ama de casa que dio a luz 22 veces.
Frágil, con el rostro surcado de arrugas, Rosalie Cabenan, de 48 años, sufre de cáculos biliares no tratados y fatiga constante porque su cuerpo nunca tuvo tiempo para recuperarse adecuadamente de sus sucesivos embarazos.
"Sólo queríamos tres hijos. Pero vinieron uno tras otro", se quejó Cabenan a la AFP en su destartalada casa en Baseco, una gigantesca villa miseria en Manila donde más de 60.000 personas compiten por el espacio.
Cabenan tuvo su primer hijo a los 14 años. Cuando estuvo a punto de morir al dar a luz al más joven, que ahora tiene seis años, terminó por hacer caso omiso a las exigencias de la Iglesia Católica de que no usara anticonceptivos.
Esta mujer es una católica devota que sin embargo lamenta haber seguido el dogma de la iglesia en forma tan estricta, y recibió con satisfacción la Ley de Maternidad Responsable que entró en vigor oficialmente este jueves.
Esta ley exige que los centros sanitarios gubernamentales entreguen gratuitamente preservativos y píldoras anticonceptivas, una medida que beneficiará a decenas de millones de habitantes pobres que de otra forma nunca podrían acceder a ellos.
También exige que se enseñe la educación sexual en los colegios y que los empleados de Salud Pública reciban una formación en materia de planificación familiar. La atención médica después de los abortos también es legal por la primera vez.
Los partidarios de esta ley afirman que la misma frenará la explosión demográfica de Filipinas, disminuirá la pobreza generalizada y reducirá el número de madres que mueren al dar a luz.
"Esto es un triunfo para las mujeres pobres y las jovencitas que de otra forma no tendrían acceso a estas cosas", declaró a la AFP el representante en el país del Fondo de Población de la ONU, Ugochi Daniels.
La Iglesia católica, a la cual pertenecen 80% de los 100 millones de habitantes de Filipinas, presionó e intimidó durante más de una década a los políticos para que bloqueasen toda legislación sobre el control de la natalidad en el Parlamento.
Sin embargo, el presidente Benigno Aquino, un soltero que es uno de los líderes más populares en la historia del país, utilizó su capital político para desafiar a la jerarquía católica y ayudar a impulsar la Ley de Maternidad Responsable.
La Iglesia católica ha continuado resistiendo, y advirtió a los políticos partidarios del aborto que serán atacados en las elecciones parciales a mediados de este año y que respaldará a las medidas contra legales contra esta ley de varios grupos.
Sin embargo, para Rosalie Cabenan los líderes de la Iglesia católica son en parte responsables.
"Ellos te dicen que sigas adelante y te multipliques, pero cuando les pides ayuda, no te prestan atención", protesta.
Ella dice que nadie le enseñó métodos de planificación familiar y que en Baseco no existe un acceso fácil a los anticonceptivos gratuitos.
Pero lo más difícil y doloroso ha sido dar asistencia médica a sus hijos. De los 22, cinco murieron jóvenes de diarrea. "Es muy difícil tener muchos hijos (...) Muchas veces nos vamos a dormir sin haber comido", confesó.
Su marido no tiene un empleo permanente y trabaja en obras de la construcción cuando puede. Sólo tres de sus hijos estudian. Ninguno de los mayores terminó el liceo.
"Si hubiéramos tenido esta ley antes, quizás hoy nuestra vida sería mejor", sostuvo.
AFP