Reuters) – El exiliado cubano Joe Arriola no había soñado con regresar alguna vez a su tierra natal, mientras estuviera bajo el mando de un gobierno comunista.
Pero después de 53 años en Estados Unidos, el ex administrador de la ciudad de Miami se tragó el orgullo y decidió que ya había esperado suficiente.
Arriola, de 67 años, dijo que un viaje el año pasado a la isla por una semana había hecho que abra los ojos y crea ahora que la política estadounidense de tratar de aislar a Cuba no es la correcta.
“El arma número uno que tenemos es el capitalismo y no lo estamos usando”, dijo durante un desayuno en el Riviera Country Club de Coral Gables, un bastión de los exiliados conservadores y de mayor edad en el Condado de Miami-Dade.
“Deberíamos estar inundando el lugar con turistas y comercio”, agregó.
Cansados de esperar el fin del comunismo en el país, cada vez más cubano-americanos han llegado a la conclusión de que ya es hora de que Estados Unidos permita más intercambio con la isla que ellos dejaron, según las encuestas.
“Nuestro presidente no ha tenido el valor de hacer lo correcto”, dijo Arriola, quien ayudó a recaudar fondos para la campaña de Barack Obama, y cuyo hijo, Ricky, pertenece al Comité Presidencial para las Artes y Humanidades.
Los defensores del cambio de política dicen que la cautela de la administración en estos días se debe no sólo a la preocupación por una reacción negativa de Miami sino también a la posición de línea dura de congresistas como Bob Menéndez, cubano-estadounidense y presidente del influyente Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
El demócrata de New Jersey y otros miembros del Congreso, entre ellos el senador Marco Rubio, republicano de Florida, también de origen cubano, han arremetido contra los exiliados a favor del levantamiento del embargo comercial de cinco décadas contra Cuba, acusándolos de traicionar la causa de la democracia y de poner dinero en los bolsillos de la dictadura castrista.
Un sondeo mostró que los cubano-estadounidenses en Miami apoyan la flexibilización de las políticas de línea dura adoptadas por Estados Unidos contra Cuba durante la Guerra Fría, y que incluso una mayoría está dispuesta a aceptar vínculos más estrechos con la isla.
Tal sentimiento generalizado podría facilitar el camino a la administración de Obama para que revise su política hacia Cuba y permitir más viajes y mayor actividad comercial para ayudar al incipiente sector privado en la isla.
“El viejo entendimiento era que no se podía hacer nada en Cuba sin causar una tempestad entre los exiliados”, dijo Peter Schechter, director del Latin America Center del Consejo Atlántico. “Ahora está claro que realmente no hay ningún precio que pagar”, agregó.
MAS VIAJES
La encuesta es la última de una serie de acontecimientos aparentemente destinados a deshacer los últimos vestigios de la política estadounidense hacia Cuba.
Muchos exiliados cubanos están aprovechando la flexibilización en las restricciones de viaje aprobada por Obama en el 2009.
Entre enero y junio, hubo 2.345 vuelos a la isla desde Estados unidos y alrededor del 82 por ciento de los 282.450 pasajeros fue cubano-estadounidense que fue a visitar a sus familiares, según Emilio Morales, presidente de Havana consulting Group, con base en Miami.
Calculó que 650.000 personas, en su mayoría cubano-americanos, viajarán este año entre Cuba y Estados Unidos y que los exiliados enviarán 3.000 millones de dólares en remesas.
George Feldenkreis, propietario de la empresa de moda Perry Ellis con sede en Miami, lideró un grupo de 12 miembros de la familia que viajó a Cuba por primera vez en el 2011
.
“Quería hacer un viaje para mostrar a mis nietos de dónde vengo, lo pobre que era”, dijo, describiendo la forma en que llevó a la familia a ver su humilde casa, cerca de la estación de tren de La Habana.
Para Feldenkreis, de 78 años, la edad también fue un factor. “Yo no quería ir mientras él (el ex presidente cubano Fidel Castro) aún estuviera vivo, pero me estoy poniendo viejo”, dijo.
Feldenkreis se siente frustrado con la política hacia Cuba, pero sigue siendo un firme opositor de flexibilizar las sanciones estadounidenses.
Un coro de voces desde Hillary Clinton, el ex secretaria de Estado del Gobierno de Obama, hasta John Negroponte, el director de Inteligencia Nacional durante la presidencia de George W. Bush, se ha mostrado recientemente a favor de repensar la política hacia Cuba.
El presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, que visitó Cuba el mes pasado, elogió las reformas de libre mercado que impulsa el Gobierno de La Habana y dijo que el embargo comercial de Estados Unidos fue un impedimento para las empresas estadounidenses.
En febrero, una encuesta realizada por el Consejo Atlántico con sede en Washington encontró que una fuerte mayoría de los estadounidenses están a favor de que la nación flexibilice las sanciones contra Cuba.
Obama ha insinuado que está considerando un cambio de política. En noviembre, dijo en una recaudación de fondos en Miami que podría ser el momento para que Estados Unidos “actualice” su política hacia Cuba.
Sin embargo, funcionarios de su administración han dicho en repetidas ocasiones en los últimos meses que no hay planes de cambiar la política actual.
Analistas políticos dicen que Cuba está en la parte baja de la lista de prioridades de la Casa Blanca, mientras que los costos potenciales de movimientos audaces parecía disminuir.
“La administración Obama espera que la sociedad civil esté por delante de la política pública”, dijo Schechter. “Antes de tomar iniciativas, quiere que la sociedad civil se agite y cree un ambiente propicio para actuar”.
Atendiendo a esto, grupos en Miami están presionando a favor de un mayor compromiso con Cuba. En abril, un grupo autodenominado CubaNow colgó carteles en el metro de Washington diciendo que Obama debería “dejar de esperar”.
Pero Cuba todavía despierta sensibilidades locales en Miami. Cuando el candidato a gobernador de la Florida Charlie Crist cuestionó el embargo en mayo y anunció su intención de visitar la isla, un columnista del Miami Herald, advirtió: “Te vamos a castigar”.
Aunque el concepto de apertura de las relaciones con Cuba sigue siendo difícil de digerir para algunos en el exilio, Arriola dice que la nostalgia está ganando.
“Todo el mundo se muere por ir”, dijo. “Ellos quieren ver el lugar antes de que sea demasiado tarde”, agregó.