(La Habana, 19 de marzo – AP).- Han sido días extraños para la relación en ciernes entre Estados Unidos y Cuba.Primero, ambas partes salieron de negociaciones sorpresivas realizadas el lunes en La Habana sin nada que decir sobre el progreso para reabrir sus embajadas tras una interrupción de más de medio siglo.
La subsecretaria de Estado, Roberta Jacobsen, regresó a Washington con el mismo silencio con el que llegó.
Mientras tanto, el presidente de Cuba, Raúl Castro, viajó el martes a una reunión cumbre con líderes izquierdistas en Venezuela para arremeter contra la política de Estados Unidos hacia Venezuela, principal aliado de la isla. Estados Unidos recientemente declaró a Venezuela como una amenaza para su seguridad nacional e impuso sanciones contra siete funcionarios venezolanos.
Los dos países anunciaron su intención de normalizar las relaciones diplomáticas el 17 de diciembre, pero ha habido poco progreso en los tres meses subsiguientes. Los próximos pasos en el reacercamiento serían la reapertura de sus embajadas y que el Departamento de Estado norteamericano borre a Cuba de su lista de países patrocinadores de terrorismo.Todo el asunto tiene a algunos analistas confundidos,preguntándose si es que ahora existe un obstáculo para la distensión.
Dado el deseo de dar vuelta a la página expresado tanto por Castro como por el presidente Barack Obama, mucha gente esperaba que para ahora ya se hubiera resuelto al menos uno de esos dos temas.
“El posicionamiento podría ser para fortalecer las ofertas o para aprovechar las presiones de los conservadores locales”, señaló Richard Feinberg, ex consultor de la Casa Blanca sobre América Latina durante el gobierno de Bill Clinton y que ahora enseña economía política internacional en la Universidad de California, campus San Diego.
“Están entrando a una fase truculenta”, comentó Paul Webster Hare, un ex embajador británico en Cuba, quien también sirvió a la embajada de su país en Caracas.
Si las partes no anuncian algo de progreso antes de la Cumbre de las Américas del 10 y 11 de abril, “entonces evidentemente la gente comenzará a hablar sobre si el asunto quedará estancado por un largo período o si incluso habrá retroceso”, comentó Hare.
Pero resaltó que el paso lento y la falta de actualizaciones regulares probablemente no sean indicativos de problemas graves, y destacó que Cuba tiene una reputación de tomarse su tiempo durante negociaciones.
“Una vez que lo haces público, y claro que estas sesiones lo han sido… uno tiene mucha presión de la prensa para comentar lo que sucede”, dijo Hare.
Las primeras dos sesiones de negociación —una en La Habana y otra en Washington— fueron más publicitadas: los funcionarios dieron conferencias de prensa y posaron para los fotógrafos. En esta ocasión, las partes manifestaron únicamente que las discusiones fueron “profesionales y constructivas”.
Entre los temas a discutir se incluyen los niveles de personal en las misiones diplomáticas y las limitaciones actuales al movimiento de diplomáticos en ambos países, así como los obstáculos bancarios para Cuba en Estados Unidos.
Un funcionario con conocimiento de las negociaciones confirmó a The Associated Press que el tema de Venezuela fue tocado en las pláticas del lunes. El funcionario señaló que la delegación cubana esencialmente expresó en privado las mismas preocupaciones que ha mencionado en público, pero que el tema no causó una tensión real ni complicó las discusiones. El funcionario no contaba con autorización para discutir el tema de manera pública y acordó hablar sobre la sesión únicamente bajo condición de anonimato.
La vocera del Departamento de Estado, Jen Psaki, defendió la declaración de Estados Unidos contra Venezuela.
Castro reaccionó a lo hecho por Estados Unidos declarando que “Estados Unidos debería entender de una vez que es imposible seducir o comprar a Cuba ni intimidar a Venezuela. Nuestra unidad es indestructible”.
Carlos Alzugaray, académico cubano y experimentado diplomático, señaló que las diferencias entre Washington y Venezuela, así como el apoyo de La Habana a su aliado, no deben ser un gran obstáculo.
“Para mí esas son reglas aceptadas”, comentó. “Alguna afectación siempre hay, pero no veo ninguna señal de parte de Cuba de que no siga interesada en avanzar, ni tampoco lo veo en Estados Unidos”.