Dos empleadas domésticas de nacionalidad indonesia fueron ejecutadas esta semana en Arabia Saudí tras ser condenadas a pena de muerte por asesinato, entre denuncias de falta de un juicio justo y de que las mujeres actuaron en defensa propia.
El último caso fue el de Karni Medi Tarsim, que fue decapitada ayer después de ser sentenciada a la pena capital en marzo de 2014 por asesinar a la hija de cuatro años de sus empleadores en la ciudad costera de Yanbu, informaron hoy los medios saudíes.
El homicidio, según el diario Al Riad, se remonta al año 2012, cuando Tarsim degolló a la niña con un cuchillo mientras estaba dormida.
La empleada, que intentó suicidarse después del crimen, aseguró durante los interrogatorios que cometió ese asesinato siguiendo ordenes de personas que viven en Indonesia.
Esta ejecución se produjo tan solo dos días después de que fuera decapitada la también indonesia Siti Zainab, en la ciudad saudí de Medina, en el oeste del país.
Zainab fue encontrada culpable de apuñalar a su empleadora Nora al Murauba hasta la muerte.
Según un comunicado del Ministerio saudí del Interior, la empleada doméstica apuñaló con un cuchillo a Al Murauba, la golpeó en la cabeza y le echó agua hirviendo.
La ONG Migrant Care, que trabaja con los trabajadores emigrantes indonesios, aseguró que Zainab actuó en defensa propia y que su empleadora había abusado en repetidas ocasiones de ella.
La confirmación final de la pena fue dada por el rey saudí, Salman bin Abdelaziz, quien, tras su reciente ascenso al trono después de la muerte de su hermano Abdalá, ha continuado con la aplicación de este tipo de sentencias en el país, criticado por ser uno de los Estados que aún castiga con la muerte.
En Arabia Saudí, donde rige una interpretación conservadora de la ley islámica que impone castigos como la decapitación, la lapidación o la amputación de extremidades, se aplica la pena capital a personas condenadas por asesinato, violación, narcotráfico, brujería y homosexualidad.
En agosto de 2014, las autoridades saudíes ejecutaron a una trabajadora doméstica de nacionalidad nepalí por haber asesinado a un niño de dos años en la ciudad de Arar, en el norte del país.
Además, son frecuentes los maltratos a las trabajadoras domésticas por sus empleadores saudíes, lo que ha sido denunciado por numerosas organizaciones de derechos humanos.
Uno de los casos más sonados fue el de una empleada ceilanesa supuestamente torturada por su empleador saudí, a la que le extrajeron dieciocho clavos de su cuerpo en un hospital de Sri Lanka en agosto de 2010.EFE