El día del posible adiós de Carlo Ancelotti y de la probable despedida de Iker Casillas, hastiado con el debate sobre su figura que tuvo por fin un respiro al final del que pudo ser su último partido en el Real Madrid, apareció Cristiano Ronaldo para endulzar con tres goles un partido sin interés contra el Getafe que ganaron los blancos 7-3.
Los focos apuntaron a Cristiano y a Iker Casillas. Sobre todo al segundo, cuyo rostro no aparentó nada bueno. Su cara fue el reflejo de un alma abatida, hastiada, preocupada por su estado de forma y por un debate interminable en el Bernabéu sobre su figura. Mientras en el Camp Nou homenajeaban a su amigo Xavi Hernández, Casillas, en la primera parte, se dedicó a recoger balones del fondo de su red.
Prácticamente cada disparo del Getafe dirigido hacia su portería, acabó en gol. En la primera parte, tres: dos desde fuera del área de Sergio Escudero y Diego Castro y otro desde dentro del argelino Mehdi Lacen.
Casillas no detuvo ninguno y esos tantos, más los tres de Cristiano (el 1-0 de cabeza a pase de Marcelo, el 2-2 de falta y el 3-2 de penal), dejaron el marcador en un excéntrico 3-3 más típico de un amistoso que de un encuentro de alta tensión.
La pachanga de amigos continuó en la segunda parte, sólo que, en esta ocasión, el Getafe salió más dormido que el Real Madrid. El equipo de Pablo Franco, otro que salvo sorpresa no seguirá en su club, tuvo cinco minutos de indecisión y el Madrid los aprovechó para marcar otros dos goles obra de Chicharito y de James Rodríguez, que mostró su calidad con una falta imparable para Jordi Codina.
El cambio de Cristiano en el minuto 58 para hacer debutar al noruego Martin Odegaard acabó con cualquier tipo de emoción. Cristiano ya no iba a poder igualar los cincuenta de Messi. Ya todo daba igual. Incluso los tantos de Jesé y Marcelo el 6-3 y el 7-3, pasaron sin pena ni gloria.
Por lo menos el Bernabéu, casi al final, tuvo un gesto hacia su capitán. En los últimos seis minutos, cada vez que tocó el balón, fue aplaudido y por fin hubo unanimidad. El recuerdo de sus gestas prevaleció sobre sus errores. Ya no hubo casi pitos y una tímida sonrisa alumbró el rostro de Casillas, un histórico del Madrid que pudo decir adiós con un 7-3 descafeinado.
EFE