Estados Unidos quiere hacer negocios en Cuba. La secretaria de
Comercio estadounidense, Penny Pritzker, fue enfática en este punto al
inaugurar este miércoles la segunda ronda de conversaciones comerciales
para discutir con su contraparte cubana, el ministro de Comercio
Exterior Rodrigo Malmierca, los cambios emprendidos por el Gobierno de
Barack Obama para facilitar la inversión estadounidense en la isla.
Pero, mirándole a los ojos a su interlocutor, sentado frente a ella en
una mesa instalada en la biblioteca del Departamento de Comercio,
Pritzker recalcó que Washington espera que La Habana haga su parte para
facilitar lo que todos coinciden en considerar una “oportunidad
histórica que hay que aprovechar”. Con igual mirada fija, Malmierca le
aseguró que la vía de reformas emprendida por Cuba desde antes aún del 17 de diciembre de 2014
es un “camino sin retorno”. Sin embargo, reiteró una vez más que el
embargo estadounidense es el principal obstáculo al acercamiento
económico que debe allanar el camino a la normalización de relaciones
políticas emprendida hace poco más de un año.
Las cifras hablan por sí solas: en 2015, el Departamento de Comercio
emitió 490 autorizaciones para hacer negocios en Cuba, por un volumen de
negocios de 4.300 millones de dólares. El incremento fue de casi el 30%
frente a años anteriores, según Pritzker. Y la tendencia continúa: en
los 40 primeros días de 2016, ya van emitidas 28 autorizaciones, por un
valor de 300 millones de dólares. “Claramente, el interés de hacer
negocios en Cuba es muy alto”, comentó la secretaria de Comercio.
El volumen creciente de negocios de empresas estadounidenses en Cuba pese a que el embargo sigue vigente
—solo lo puede levantar el Congreso, y hasta ahora no parece que esté
dispuesto a hacerlo— está siendo posible gracias a la flexibilización de
las regulaciones ordenadas por Obama, la última tanda hace menos de un mes. Pero se trata de una vía de dos sentidos y Cuba también tiene que hacer su parte, subrayó Pritzker.
“Necesitamos ayuda del lado cubano, las empresas estadounidenses
siguen teniendo desafíos, problemas para navegar su sistema”, resumió.
“Es importante ver cambios concretos de políticas” del lado cubano para
poder aprovechar la flexibilización estadounidense, insistió. Unos
cambios que, apuntaló, “demostrarían el compromiso de Cuba para aumentar
los lazos comerciales con EE UU”. A Washington le interesa sobre todo
saber si en el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), el
encuentro en el que se deciden las políticas a largo plazo para la isla,
ese compromiso estará presente.
El ministro cubano le aseguró que así será. Sobre todo, dijo, porque
las reformas económicas emprendidas por Cuba fueron decididas mucho
antes del 17 de diciembre de 2014 —de hecho se acordaron en buena parte
en el Congreso anterior, en 2011— y abrieron, dijo, “un camino sin
retorno” para la isla. En el nuevo Congreso se elaborará un plan de
desarrollo económico hasta 2030, adelantó.
No obstante, Malmierca puso un freno a la impaciencia estadounidense.
Aunque son cambios “necesarios” para la economía cubana, Malmierca
recordó que se trata de un proceso “complejo” porque las
transformaciones requeridas son “muchas”. Y si ya es “difícil imaginar
lo que hay que hacer, mucho más difícil es implementar las decisiones”.
Sobre todo si se quieren evitar “medidas de choque” que puedan impactar
negativamente en la población, recordó.
Malmierca, que pasó buena parte de su primer día de visita en Washington, el martes, reunido con empresarios estadounidenses,
aseguró que es consciente de que “las empresas de EE UU esperan que
creemos las condiciones para poder tener resultados concretos”. Pero
devolvió la pelota afirmando que también Washington puede hacer aún más
pese a la inacción del Congreso en torno al embargo. El ministro reiteró
la convicción cubana de que Obama tiene aún espacio de maniobra en su
poder ejecutivo para poder ordenar alguna flexibilización más que
facilite no solo a los estadounidenses hacer negocios en Cuba, sino a
los cubanos hacer negocios en EE UU y en otras partes del mundo sin
miedo a sanciones que suben sus precios. Entre las prioridades de La
Habana: que Washington levante la prohibición del uso del dólar en sus
transacciones comerciales.
EP