Randall Lawrence tenían un plan para hacer una fortuna con la moneda de aluminio que le dejó su difunto padre en la herencia. Se trataba de un prototipo que el Tesoro de Estados Unidos mandó acuñar hace cuatro décadas para sustituir los centavos de cobre. El Tío Sam llamó años después a su puerta reclamándola, porque nunca fue de uso legal. Al final no tuvo más remedio que devolverla.
Randal Lawrence, que reside en San Diego, tenía la intención de llevarla de gira por las ferias de coleccionistas con la ayuda de Michael McConnell, el propietario de una tienda de monedas en la ciudad californiana. Ambos demandaron al Tesoro esperando que un tribunal les reconociera la propiedad. "Estas monedas no son un recuerdo", señaló la fiscal a cargo de defender la propiedad del Gobierno.
Estos ejemplares con el perfil de Abraham Lincoln fueron producidos en 1973, un año antes de la supuesta entrada en circulación. Los productores de cobre y los fabricantes de máquinas expendedoras lograron que la propuesta fuera rechazada. Los pediatras también advirtieron de que si un niño se las tragaba, sería difícil detectarlas con rayos X en el aparato digestivo por su baja densidad.
Los términos del pacto extrajudicial no fueron revelados. Que se sepa, hay una docena de estas monedas de aluminio que no fueron devueltas a la US Mint. Uno de los ejemplares fue donado a la Smithsonian Institution. Otro que estuvo circulando lo tuvo un agente de la policía del Congreso, que lo recibió a su vez de un representante del legislativo que participó en las deliberaciones.
Al no ser de uso legal, son de la sola propiedad del Gobierno de los EE UU y, por tanto, su valor numismático es cuestionable, según los expertos. De hecho, no costa que se haya producido venta alguna de una de estas monedas, lo que hace aún más difícil estimar el valor que le puede dar un coleccionista. La aleación del centavo de dólar se modificó en 1982 para reducir un 20% su peso. EP