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jueves, 16 de junio de 2011

¿Se puede evitar una nueva 'tragedia griega'?

Nigel Cassidy
BBC

Los manifestantes que ocupan la plaza Sintagma en el centro de Atenas no son los únicos desesperados por que se halle una solución a la tragedia que está viviendo la economía griega.

A unos 2.000 kilómetros de la capital helena, los ministros de Finanzas de la eurozona no parecen próximos a acordar un plan que pueda ser presentado en la cumbre de la Unión Europea (UE) que debe celebrarse el 24 de junio.

Y si no encuentran una solución que funcione, los mercados financieros no tendrán piedad.

Grecia está en proceso de recibir US$160.000 millones en préstamos acordados en mayo de 2010 con la UE, los países de la eurozona y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero necesita más.

Una línea de crédito adicional ayudaría a cubrir una falta de fondos de unos US$40.000 en 2012. Para los tres próximos años, se calcula que serán necesarios unos US$125.000 millones.

Debe encontrarse una solución lo antes posible, ya que el FMI no desembolsará US$17.000 millones del tramo del programa de crédito existente hasta que no se presente un plan convincente para cubrir las futuras necesidades de crédito de Grecia.

Se especula con que unos US$60.000 millones podrían provenir de la UE y el FMI, y unos US$40.000 millones podrían llegar de la venta de activos griegos.

Cambio de perfil

En este punto llega la parte en la que resulta más difícil llegar a un acuerdo.

Alemania quiere que los tenedores de bonos griegos contribuyan con US$40.000 millones cambiando sus títulos de deuda griega por unos nuevos con vencimiento a un plazo de siete años.

Ello daría a Grecia más tiempo para reformar su economía, aunque no eliminaría ninguna de las obligaciones crediticias de la nación europea.

Los políticos en Bruselas consideran esta opción como un "cambio de perfil" de los préstamos. Pero las agencias de calificación crediticia la interpretarían como una simple y pura suspensión de pagos.

Hay una alternativa sobre la mesa. El Banco Central Europeo (BCE), Francia y la Comisión Europea han estado promocionando un tipo de intercambio de deuda que sería menos traumático: un proceso conocido como la "iniciativa de Viena".

Toma su nombre de un acuerdo que ayudó a contener la crisis de deuda que afectó a Europa del Este hace dos años.

Los acreedores se comprometieron públicamente a refinanciar los créditos sin que hubiera una quiebra formal o reestructuración de la deuda. Nadie sabe si funcionaría en el caso de Grecia.

El BCE advierte que cualquier salida que sea interpretada por los mercados como una quiebra podría hacer que el pánico se extienda, causando una situación parecida al colapso en Estados Unidos de Lehman Brothers en 2008.

Pero algunos se muestran esperanzados de que los socios europeos estén hablando de dar más tiempo a Grecia para que pague su deuda o que parte de esa deuda sea cancelada completamente.

Tácticas diferentes

El foco se está poniendo en la posibilidad de que los tenedores de bonos griegos sean convencidos de cambiar las condiciones de sus préstamos voluntaria o involuntariamente.

Preguntado en el Parlamento Europeo, el futuro presidente del BCE, el italiano Mario Draghi, se alineó con los bancos, afirmando que todavía no entiende si los tenedores de bonos tendrán alguna elección a la hora de hacer concesiones a Grecia.

"Hay dos iniciativas que están siendo discutidas", dijo a los parlamentarios europeos.

"Una es la iniciativa Viena, que me parece voluntaria y la otra sería un intercambio de deuda, que todavía no he entendido si es voluntario o puede acabar siendo involuntario", aseguró.

El ministro de Finanzas belga, Didier Reynders, sugirió que la UE "está muy cerca" de cerrar un acuerdo de refinanciamiento con los titulares de los bonos griegos.

Pero dijo que forzar a los acreedores sería peligroso. No sólo para Grecia, sino también para Portugal e Irlanda.

Como señaló el titular de Finanzas luxemburgués en una reunión celebrada el pasado martes, algunas conversaciones han girado en torno a tratar de identificar y cubrir áreas propensas al contagio en el resto de Europa en caso de que Grecia se declare en bancarrota.

"Objetivos diferentes"

Jason Manolopoulos gestiona fondos de inversión y es autor de un nuevo libro llamado “La odiosa deuda de Grecia”.

Manolopoulos está convencido de que en las próximas semanas Europa encontrará el arreglo financiero necesario para mantener vivo a Grecia.

"Todas las partes -los alemanes, la Eurozona, el BCE y los griegos- juegan a ver quien se rinde primero", asegura.

"Cada uno tiene objetivos diferentes. El gobierno griego trata de proteger su soberanía, el BCE trata de proteger su credibilidad y otras naciones involucradas piensan en sus electorados”.

Manolopoulos cree que Europa no está preparada para asumir las consecuencias que traería permitir la bancarrota griega.

De lo que no está tan seguro es del "modelo de negocio" que puede adoptar Grecia para salir adelante.

¿Cómo reciclará y apoyará a aquellos que pierdan su sustento cuando entren en efecto los recortes actuales y futuros?

Quizás Grecia no pueda devaluar su moneda para ayudar a las exportaciones, pero ha recortado las importaciones. Y ya ha experimentado una devaluación interna de entre el 20% y el 40% en costos clave como los salarios o los alquileres.

Pero pese a todo lo que ha hecho hasta ahora, en términos financieros sigue siendo un Estado fallido.

Si bien es poco realista pensar que puedan convertirse como los alemanes en especialistas en productos con valor añadido, ¿podrían llevar a cabo las reformas laborales necesarias para convertirse en productores de bajo costo?

Tras pasar mucho tiempo hablando con los manifestantes en Atenas, Manolopoulos asegura que los griegos no tienen otra alternativa que pasar por un doloroso periodo de austeridad.

La única demanda común que oye en las calles es que la camada actual de políticos renuncie en masa y deje que una nueva generación determine el futuro económico del país.