Hidratación: no beber afecta al corazón
Puede parecer que la deshidratación es algo raro en el mundo de hoy, pero no lo es tanto. Unas temperaturas un poco altas, una diarrea o una excesiva sudoración podrían ser suficientes para que el organismo pierda agua seriamente.
Los problemas de la deshidratación no provienen tanto de la pérdida de líquidos como de las sales que contienen; por eso, precisamente, por la pérdida de sodio y de potasio, se inician los desequilibrios del organismo.
Y uno de los primeros en sentirlo es el corazón. La necesidad de agua es constante para el ser humano. Se puede estar sin comer hasta dos meses pero sin ingerir nada de agua no se podría aguantar más de una semana. Se muere diez veces antes de sed que de hambre.
Normalmente, nuestro metabolismo de agua está equilibrado. Bebemos agua y después la expulsamos como orina, sudor o vapor. Y además, para guardar el equilibrio, el organismo tiene capacidad de guardar más o menos cantidad.
Si hace falta más agua, se producirían cambios mínimos, pero suficientes, en la sangre para poner en funcionamiento todo un sistema: se excitarían unas células determinadas y el hipotálamo, que es como nuestro centro de operaciones, daría la orden; aparece, entonces, la sensación de sed. Así, de acuerdo con las pérdidas y el equilibrio de los líquidos, tendremos sed o no. Además, gracias a esas células, se produce y se estimula una hormona antidiurética.
El decálogo
•Estar bien hidratado es siempre esencial para la salud, se realice o no actividad física y en cualquier época del año.
•El balance hídrico de nuestro organismo debe ser equilibrado: la cantidad de líquido aportada tiene que ser la misma que la perdida y eliminada.
•Si se realizan actividades y esfuerzo físicos notables conviene aumentar la cantidad habitual o si se vive en zonas húmedas con clima cálido.
•Es preciso beber al menos 2,5 litros de líquido al día. Diariamente perdemos entre dos y tres litros de líquido a través del sudor, la orina, la respiración y la transpiración de la piel.
•Se debe evitar las pérdidas excesivas de líquidos y no pasar largos periodos de tiempo sin ingerir bebidas. En épocas de calor, no exponerse al sol innecesariamente ni realizar ejercicio físico en las horas centrales del día.
•Los niños son muy vulnerables a la deshidratación: hay que asegurarse que beban en abundancia agua y otras bebidas.
•Las personas mayores, al presentar una menor sensación de sed, y las personas dependientes también son muy sensibles. Hay que controlar que ingieren líquidos regularmente.
•Las personas que pertenezcan a un grupo de población con un estado fisiológico particular –niños, embarazadas y ancianos– o que realicen actividad física deben ingerir líquidos, preferentemente en forma de agua, de manera frecuente y no consumir bebidas alcohólicas.
•Incluir el mayor número de bebidas posible ayuda a que la ingesta sea la adecuada. Para las personas sanas, además de agua, consumir infusiones, refrescos, zumos, lácteos, caldos, etc. puede ayudarles a beber la cantidad que necesitan. El sabor de las bebidas también estimula mayor consumo.
•Preguntar a los especialistas de la salud, dietética y nutrición sobre cómo hidratarse correctamente, sobre todo niños, embarazadas, personas mayores y enfermas.
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