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miércoles, 24 de agosto de 2011

El presidente de S&P deja el cargo en pleno conflicto con Washington

Deven Sharma deja la presidencia de Standard & Poor's (S&P) en plena tormenta. Le sustituye Douglas Peterson, director de operaciones de Citibank. La versión oficial del cambio apunta a los resultados de la agencia de calificación de riesgo, que no contentan a los propietarios. Pero su salida se anuncia dos semanas después de privar a la deuda de EE UU de la máxima nota de solvencia, la triple A, lo que le colocó en el centro de los ataques, incluido el del presidente Barack Obama.

El relevo en la cabeza de S&P será el 12 de septiembre. Sharma ya había anunciado hace unos meses su intención de marcharse. Pero los últimos acontecimientos han hecho urgente la necesidad de un cambio de imagen para recomponer la relación con Washington. A S&P se le acusa de ser uno de los artífices de la crisis financiera, por haber dado la máxima nota crediticia a activos hipotecarios insolventes en los años previos a la crisis. La retirada de la triple A echó más leña al fuego.

Obama cuestionó el modelo de la agencia, al decir en un discurso de alta carga patriótica que EE UU "será siempre un país triple A", diga lo que diga una agencia de calificación. Entretanto, el Tesoro apuntaba a errores de cálculo para minar la opinión de S&P, lo que llevó al regulador del mercado de valores a revisar su modelo. El último en sumarse al ataque fue el vicepresidente Joe Biden, de gira por China, principal acreedor de EE UU.

Y en medio de la controversia, va tomando cuerpo en el Departamento de Justicia la investigación a S&P y su rival Moody's por el fiasco hipotecario. La investigación en el Congreso de la crisis ya determinó que el trabajo de estas agencias alimentó el colapso, al poner los intereses de la firma y los resultados por delante del de los inversores.

La Administración de Obama no es la única irritada. La semana posterior al anuncio del recorte, Wall Street vivió los peores días desde el colapso de Lehman Brothers. McGraw-Hill, matriz de S&P, insiste en que el relevo de mando en la agencia de calificación es muy anterior a la rebaja y lo vincula al cambio estructural en curso, que podría dejar a la agencia dividida en cuatro.

Sharma seguirá en nómina hasta final de año como asesor, para examinar la separación de la división educativa, partición que claman los accionistas, que consideran que la empresa tiene mucho más potencial. El ejecutivo ya estuvo al frente del proceso que en noviembre partió S&P en dos, separando el servicio de calificación de riesgo del de McGraw-Hill Financial.

Entonces, Sharma se declaró dispuesto a embarcarse cuanto antes en nuevos desafíos y el conglomerado empezó a buscar al relevo. Su salida, sin embargo, será gradual. Es la forma de hacer ver que no se trata de un cese fulminante. Y con la elección de Peterson, la familia McGraw trata de poner al frente de S&P a un ejecutivo más familiarizado con un entorno mucho más regulado.

Presión, por tanto, desde Wall Street y desde Washington. Pero los aires de cambio sentaron bien ayer a las acciones de McGraw-Hill, que subieron casi un 2%. Entre la rebaja de la nota crediticia a EE UU y el anuncio de la salida de Sharma, el capital bursátil del grupo se redujo un 10,6%, el doble de lo que cayó el S&P 500, el índice reservado a las mayores corporaciones.

Lo que está ahora por ver es si estos ataques y cambios serán suficientes para restar poder a S&P y sus rivales Moody's y Fitch, que aunque mantienen la máxima nota de solvencia a la deuda estadounidense, también son usadas como arma en la batalla política que se libra en Washington sobre la reducción del déficit.

EL PAIS