Resituando las dudosas terapias alternativas
EL PAIS-Aliviar un dolor cervical con un masaje en los pies, combatir mediante
acupuntura unas migrañas que se resisten a todos los medicamentos o paliar los
síntomas de un ataque de asma con gotas de un remedio homeopático. Puede que
usted sea más partidario de la medicina tradicional y nunca se le haya ocurrido
prestarse a estos tratamientos. Pero el 23,6% de la población ha utilizado
alguna vez terapias alternativas, principalmente yoga, acupuntura y quiromasaje,
según un estudio del Observatorio de Terapias Naturales (en el que se integran
varias sociedades de profesionales de esta materia) de mayo de 2008.
Un informe que acaba de publicar el Ministerio de Sanidad constata el auge de
estos tratamientos y advierte de la falta de estudios científicos que avalen su
eficacia en la mayoría de los casos. Pero entonces, ¿a qué se debe su éxito?
El propio informe relativiza las dudas en torno a estas técnicas. “Pocas
terapias naturales han demostrado su eficacia en situaciones clínicas concretas
mediante la aplicación de métodos científicos. Sin embargo, esta ausencia de
demostración de su eficacia no debe ser considerada como sinónimo de
ineficacia”, señala el texto, que admite que “muchos pacientes refieren cierto
grado de satisfacción” por la mejoría de los síntomas o en su calidad de
vida.
Esta afirmación es compartida por la mayoría de los expertos y profesionales
que aplican dichos tratamientos. “Hay estudios que demuestran que la acupuntura
es eficaz para tratar cefaleas, náuseas y vómitos como los causados por la
quimioterapia, dolor facial o dental. Pero hay otros problemas como la
fibromialgia o el insomnio donde no hay grandes evidencias, lo cual no quiere
decir que sea ineficaz”, sostiene Juan Antonio Guerra, médico con amplia
experiencia en acupuntura y que actualmente dirige el Plan Andaluz de Atención a
Personas con Dolor.
En Andalucía hay 12 unidades públicas en las que se aplica regularmente la
acupuntura. Unas están en hospitales y otras en centros de salud. Jorge Vas,
médico de familia de 54 años, atiende desde hace 15 la del centro de salud de
Dos Hermanas (Sevilla), por la que pasan cada día entre 35 y 40 pacientes. La
acupuntura no está incluida en la cartera de servicios de la sanidad pública,
por lo que se ofrece “a modo de pilotaje” a aquellos pacientes a los que se
considera que les puede beneficiar.
Hasta la consulta de Vas llegan derivados por otros médicos de familia o
especialistas. “Antes venían muchos pacientes en los que habían fracasado otros
tratamientos, pero los compañeros están viendo la eficacia de la acupuntura y
cada vez nos llegan más como primera instancia”, cuenta. Algunos pacientes los
rechazan. “Pero son los menos. La mayoría está muy agradecido porque lleva
tiempo sufriendo dolores crónicos y está saturado de dolor y de fármacos”,
asegura Vas.
Entre todas las llamadas terapias alternativas, la acupuntura es sobre la que
se han hecho más ensayos científicos que avalan sus beneficios para determinadas
dolencias. El estudio de Sanidad recoge 139 técnicas distintas y sobre la
mayoría no se han hecho estudios. “Solo muy recientemente se ha visto la
necesidad de aplicar a estas técnicas los ensayos que habitualmente se hacen. No
es fácil protocolizar todo como con los medicamentos. En técnicas como la
acupuntura depende mucho de la capacidad de la persona que pone las agujas, por
ejemplo. Por eso hay ensayos con resultados muy heterogéneos”, explica Jesús
González, de la Agencia de Evaluación de Técnicas Sanitarias del Instituto de la
Salud Carlos III.
Los que viven de estas terapias, sobre todo los homeópatas, sostienen sin
embargo que hay evidencias suficientes para garantizar su eficacia. La Asamblea
Nacional de Homeopatía, órgano de representación de “la mayor parte de los
médicos homeópatas españoles”, lamenta en una carta remitida a este periódico
que el informe sobre terapias naturales elaborado por el Ministerio de Sanidad
solo haya tenido en cuenta una parte muy reducida de estos trabajos.
“En muchos de los estudios y meta-análisis no contemplados por el Instituto
Carlos III (más de 200 artículos publicados en revistas de referencia) se
demuestra repetidamente que la homeopatía funciona como método terapéutico y con
un efecto superior y distinguible del placebo”, asegura la asamblea.
Uno de los objetivos del estudio de Sanidad era evaluar la necesidad de hacer
una regulación específica sobre estas terapias. El equipo de trabajo que elaboró
el informe —con representantes del ministerio, el Carlos III y varias
comunidades autónomas— se mostró bastante a favor de regular aquellas que tienen
más relación con la salud (como la acupuntura y la homeopatía) y de aparcar por
ahora las que están más enfocadas al confort o el bienestar, explica Raúl López,
técnico de la Agencia de Evaluación de Tecnología Sanitaria de Andalucía, que ha
participado en el estudio. “La regulación ayudaría a que el ciudadano se sienta
seguro al acceder a estos tratamientos”, argumenta López.
De plantearse, esta regulación debería abordar también el ejercicio
profesional de las llamadas terapias naturales. Miquel Vilardell, presidente del
Colegio de Médicos de Barcelona, que cuenta con secciones específicas de
homeopatía y acupuntura, no duda de que estos tratamientos tienen que estar
siempre “liderados” por médicos. “Quien tiene competencia para hacer
diagnósticos es el médico. Otra cosa es la práctica y ahí no veo especial
problema en que se ejerza por personas con formación en esas técnicas, pero
siempre supervisados por médicos”, dice Viladrell. La importancia del
diagnóstico es advertida por todos los médicos consultados para este
reportaje.
Pero los profesionales que no tienen formación sanitaria no opinan lo mismo.
“Estos médicos de hoy han aprendido la homeopatía o la acupuntura de
profesionales no médicos. Y ahora quieren que sean ellos quienes enseñen. Ellos
estudiaron en escuelas no regladas con profesores no sanitarios”, apunta la
presidenta de la Asociación Española de Terapias Naturales y No Convencionales,
Rafi Tur.
Casi todos los llamados terapeutas se forman en escuelas privadas, en España
o en el extranjero, la mayoría de las cuales ofertan titulaciones que no están
homologadas en nuestro país. “Algunas han ido adquiriendo prestigio y son
reconocidas por los profesionales como referencias de buena formación. Nos hemos
autorregulado porque no nos han dado otra opción”, sostiene Tur, que aboga por
que existan grados universitarios oficiales sobre estas materias o Formación
Profesional de grado superior.
Esta meta se está topando con grandes detractores. Uno de ellos es Fernando
Frías, abogado y vicepresidente de Círculo Escéptico, contrario a que la
formación y la investigación sobre las terapias alternativas se lleve a cabo en
los campus. “La Universidad no puede legitimar estas disciplinas
seudocientíficas basadas en creencias y supersticiones. Va en contra de los
fundamentos de esta institución, que debe promover el pensamiento crítico”
afirma tajante. “Lo que ocurre es que están de moda. Los cursos sobre terapias
naturales tienen una salida comercial muy lucrativa que aprovechan con las
matrículas”, añade.
Frías ha extendido su reclamación por Internet en lo que ha llamado La lista
de la vergüenza, un blog donde recoge los cursos de terapias naturales que se
ofertan en facultades de toda España. Entre ellos cita el de Especialización en
aplicaciones terapéuticas del qi-gong, de la Universidad de Alcalá de Henares, y
otro de Especialización en homeopatía, de la Universidad Pública de Navarra. Más
de 2.000 personas han votado ya en Actuable, una web de participación ciudadana,
para que se retire este último seminario.
No sería la primera vez que los internautas dictaran sentencia. Una campaña
en la misma página tumbó en la Universidad de Girona un curso de Salud y armonía
del hábitat que se iba a impartir a 30 alumnos durante 120 horas a cambio de
1.175 euros por cabeza.
Eloy Echeverría, director de pedagogía del Centro de Enseñanza y Desarrollo
de la Homeopatía (CEDH), es el encargado de preparar el temario de estos cursos.
Lanza un mensaje a los descreídos: “Tener un arma terapéutica más en la mano es
una ventaja para cualquier profesional. Llevo ejerciendo terapias alternativas
desde 1995 y animo a mis colegas a que busquen en ellas un método seguro que
minimiza los riesgos. Los medicamentos homeopáticos no tienen efectos
secundarios y están indicados para bronquitis en bebés, amigdalitis con
repetición y dolores lumbares, entre otras muchas dolencias”.
Peter Schmidt, presidente de la Asociación Española de Pacientes de
Homeopatía (AEPH), se ha sometido a estos tratamientos “desde la cuna”. “En
1947, cuando tenía dos años, me salió un forúnculo que los médicos eran
incapaces de curarme”, cuenta. “En Alemania no había apenas fármacos después de
la II Guerra Mundial y la infección se estaba poniendo fea. Mi madre conoció a
un médico que le hablo de los medicamentos homeopáticos y gracias a eso me
curé”.
Albert Jovell, el presidente del Foro Español del Paciente, se muestra
escéptico: “Nosotros siempre hemos mantenido una postura firme contra las
pulseras mágicas, los curanderos y las leches con efectos no demostrados. Este
es el mismo caso. Un paciente no puede sustituir la medicina oficial por un
placebo porque ese abandono podría poner en riesgo su salud”.
La mejor prueba de la eficacia de estos tratamientos reside, según Rafi Tur,
la presidenta de APTN-Cofenat, en la satisfacción de los pacientes. “El usuario
no es tonto. Si más de 60.000 profesionales trabajamos en esto y se siguen
abriendo consultas es porque dan resultado. Esa es la mayor prueba de que estas
terapias funcionan. Si fuese un placebo, ¿cree que muchos médicos la estarían
recomendando?”, pregunta.
Al contrario de lo que ocurre en otros países, en España la gran mayoría de
estas terapias solo se ofrecen en consultas privadas. “Tal y como está montada
la medicina pública en nuestro país, los homeópatas estamos marginados”, asegura
Isidro Lara, representante en Europa de la Federación Española de Médicos
Homeópatas (FEMH), que lamenta que, al estar fuera del sistema público, muchos
ciudadanos no pueden recurrir a estos tratamientos. Lara sitúa el precio de una
primera cita (de una o dos horas de duración) para la evaluación del paciente,
entre los 80 y 130 euros. Las revisiones (de 15 a 45 minutos), pueden costar
desde 40 a 100 euros.
Legislación y financiación
- La única regulación estatal aplicable a centros en los que se ofrecen
terapias naturales es el Real Decreto 1277/2003, que establece las bases
generales sobre autorización de centros sanitarios.
- Este decreto contempla la unidad de terapias no convencionales, definida
como unidad asistencial en la que un médico realiza tratamientos “por medio de
medicina naturista o con medicamentos homeopáticos o mediante técnicas de
estimulación periférica, con agujas u otros que demuestren su eficacia y su
integridad”.
- Las comunidades autónomas solo han elaborado normas como desarrollo de este
decreto, por lo que se limitan a regular las condiciones de autorización como
centros sanitarios cuando hay un médico al frente. Cataluña elaboró una ley
concreta para regular estas terapias, pero se anuló en los tribunales.
- El sistema público no financia con carácter general estas terapias, pero se
ofrece en algunas consultas. En Andalucía hay 12 unidades de acupuntura. En el
centro Delicias Sur de Zaragoza hay cuatro consultas de homeopatía. Algunos
centros han realizado talleres puntuales de reiki.