Un nuevo estudio de un organismo público británico subrayó hoy que
los mensajes de Twitter no incitaron la violencia en los disturbios de
Londres y otras ciudades inglesas el pasado verano, como sostuvo
entonces la policía.
Las conclusiones del análisis de 2,4 millones de
tuits enviados durante los disturbios, entre el 6 y el 10 de agosto, revelan que
la red social ayudó sobre todo a organizar las operaciones de limpieza
en marcha en los barrios afectados, en vez de provocar la
violencia.
Tras la oleada de saqueos y enfrentamientos con la
policía, que supuso la detención de más de 3.000 personas, un responsable de
Scotland Yard admitió que las autoridades consideraron la posibilidad de
prohibir el acceso a portales como Twitter o Facebook por su supuesto papel en
la organización de los disturbios.
El estudio, elaborado por un
comité formado por profesores universitarios y de secundaria, sostiene que "no
hay pruebas" para apoyar las peticiones de que Twitter sea clausurado en
momentos de agitación social, algo propuesto en su momento por el Gobierno
británico.
Uno de los responsables de la investigación, el profesor Rob
Procter de la Universidad de Manchester, explicó que "políticos y
comentaristas no tardaron en acusar a las redes sociales por su papel de
incitación de los disturbios, pero nuestro estudio no ha encontrado ninguna
prueba que lo justifique".
Sin embargo, Procter añadió que se
han encontrado evidencias muy claras de que Twitter fue una herramienta "muy
útil" para movilizar las operaciones de limpieza de las zonas
afectadas.
Otro estudio elaborado en agosto por el diario británico The
Guardian sobre 2,5 millones de mensajes descartó también que la ola de
violencia que asoló varias ciudades inglesas comenzase a raíz de mensajes en
Twitter.
El periódico concluyó que los usuarios utilizaron esa
red social para intercambiar información sobre lo que ocurría en diversas
ciudades de Inglaterra, más que para fomentar la violencia.
Los
disturbios comenzaron el 6 de agosto en el barrio londinense de Tottenham
después de que un joven de 29 años muriera por disparos de la policía y días
después se extendieron por la capital británica y otras ciudades inglesas.