El trabajo especial destaca que poco antes de su asesinato “la jefa de la diplomacia acudió al bufete de abogados Mucheru-Oyyatta & Asociados para hacer frente a la demanda introducida por varios trabajadores de la Embajada sobre los episodios de excesos sexuales protagonizados por (el exembajador) Carrillo. Ella confió a sus asesores que temía por su vida”.