Aún el mundo se deleitaba con el tanto de Falcao cuando Adriano respondió con uno muchísimo mejor: se internó desde la derecha, y como Messi, chutó de zurda para meterla donde nacen las telarañas del arco.
A partir del gol de Adriano, el Barcelona se encimó. Sin mucho toque: más drible y rebote que otra cosa: fue así como llegó el tanto de la diferencia: Puyol recibe una pelota enyoyada la sirve de taco a ver quien llega y aparece Sergio Busquets, quien la para, espera y define entre seis defensores que nada pudieron hacer frente a la extraña calma de un mediocampista de contención.