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sábado, 4 de mayo de 2013

¿Qué enciende la mecha del envejecimiento?


La ciencia lleva tiempo intentando dar con la llave que abre la puerta al envejecimiento. Conocer cuál es el motor que da pie a las primeras arrugas y vuelve grises las sienes ayudaría a combatir distintos trastornos asociados a la edad. Sin embargo, por el momento esa mecha que enciende la decadencia del organismo sigue permaneciendo en la sombra. 
¿Qué enciende la mecha del envejecimiento?
Una investigación publicada esta semana en la revista 'Nature' podría dar una pista interesante para avanzar en su búsqueda. Según sus datos, el papel del hipotálamo podría ser clave. Así lo publica el Mundo de España

Esta región del cerebro, cuya función es clave en la regulación de la temperatura, el sueño o el hambre, sería también el lugar donde se activan los procesos que intervienen en el envejecimiento. 

Hormonas e inflamación 

En estudios en ratones, científicos del Albert Einstein College Of Medicine de Nueva York (EEUU) han demostrado que el hipotálamo funciona en este caso como si de un despertador programado se tratara. Llegado el momento, activa toda una cadena que implica procesos inflamatorios y hormonales que, en última instancia, ponen en marcha el envejecimiento. 

En concreto, los investigadores han comprobado que con el paso del tiempo, se incrementa la actividad de la molécula NF-kB en el cerebro y, muy especialmente, en el hipotálamo. Esta molécula está implicada en procesos de 'defensa' e inflamación y su papel en el control de la expresión del ADN durante el envejecimiento ya ha sido demostrado. 

La activación de NF-kB provoca, a su vez, diversas alteraciones a nivel hormonal que, conducen, entre otros caminos, a la reducción de los niveles de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH), que se sintetiza y libera en las neuronas del hipotálamo. 

Esta reducción de su 'presencia' es la que, según los investigadores, contribuye a que aparezcan los primeros signos del envejecimiento. Así, aseguran, la disminución de GnRH influye directamente en factores como la pérdida de memoria, la atrofia de la piel o el declive de la fortaleza muscular, señalan.
EL MUNDO