Brasil vive bajo la conmoción. Un matrimonio de policías, su hijo de 13 años, la abuela y una tía abuela del menor fueron hallados muertos con tiros en la cabeza en su propia casa de Sao Paulo. Si bien los investigadores sospecharon en un primer lugar que se trataba de una venganza del crimen organizado, con las horas las pistas apuntaron al niño como principal sospechoso, quien habría matado a su familia para suicidarse después.
De acuerdo a la Policía Civil, Marcelo Passeghini usó la pistola de su madre, que era cabo de la Policía Militar, para comer el crimen. Todo hace suponer que las víctimas dormían cuando sucedió el crimen.
A la mañana siguiente del crimen, el chico fue a clase tan tranquilo como siempre. Agarró su mochila del colegio, en la que metió el revólver, y se marchó de casa en el coche familia. Una cámara del vecindario grabó la llegada del vehículo a una calle cercana a la escuela. Marcelo pasó el día en clase sin que sus profesores o compañeros notasen algo extraño. Es más, al acabar las clases, el padre de un amigo lo dejó en casa.
Según informan los medios brasileños, el hombre llegó a tocar el claxon para avisar a la familia de Marcelo, pero este le pidió que no lo haga porque su padre estaba durmiendo. Ya en casa, el menor decidió pegarse un tiro en la cabeza junto a los cuerpos de sus padres, sostiene la policía. El niño sostenía el arma con la mano izquierda cuando los agentes descubrieron la escena.
DUDAN DE VERSIÓN OFICIAL
Pese a las pruebas, los parientes de la familia asesinada fueron los primeros en dudar de la versión de la Policía Civil. Ellos indican que Marcelo era un niño enfermo, sufría diabetes y fibrosis quística, una enfermedad degenerativa que puede llevar al paciente a una muerte prematura, pero no padecía ninguna enfermedad psiquiátrica. Asimismo, aseguran que el chico no sabía conducir y que no era zurdo.
Para reforzar la posición de los parientes, el coronel Wagner Dimas, jefe de batallón de la madre de Marcelo, afirmó que esta había denunciado a varios colegas suyos por participar en robos de cajeros automáticos, por lo que no descartó que este dato pudiese tener relación con el crimen. No obstante, al día siguiente de estas declaraciones se retractó.
En tanto, el policía jubilado y diputado estatal Olímpio Gomes dijo desconfiar de la versión de la Policía Civil. Este manifestó que parecía que el lugar del crimen había sido manipulado y que no le cuadraba la posición en la que se encontró el arma del menor.
QUERÍA SER ASESINO A SUELDO
Pese a estas dudas, se conoció que el padre de Marcelo era agente de la Rota, la tropa de élite de la Policía Militar y enemiga principal de las facciones criminales que actúan en Sao Paulo, lo que llevó a creer en la implicación del crimen organizado, pero fue precisamente él quien enseñó a su hijo a disparar. En tanto, se supo que la madre le enseñó a conducir.
Las pruebas periciales señalan que Marcelo no tenía pólvora en sus manos, que el padre murió varias horas antes que el resto de los parientes y que la madre yacía de rodillas junto a la cama. Sin embargo, han pesado más los testimonios que las pruebas periciales en este caso.
Según Itagiba Franco, el delegado que está a cargo de la investigación, un amigo de Marcelo contó que este le había llamado para escaparse de casa y convertirse en un asesino a sueldo. “Tenía el plan de matar a los padres durante la noche, cuando nadie lo supiese, y huir con el coche para vivir en un lugar abandonado”, sostuvo.
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