Un tribunal de la ciudad de Moscú ha condenado a cadena perpetua a Alí Gaitukayev y Rustam Majmudov, tras ser declarados culpables por el homicidio de la periodista Anna Politkóvskaya, asesinada a tiros en el ascensor de su casa el 7 de octubre de 2006. La decisión de los jueces se conoce después de que, el pasado 20 de mayo, un jurado declarase culpable a los cinco acusados del asesinato de la reportera rusa. Ese día se consideró probada la responsabilidad de Majmudov, así como la de dos de sus hermanos, Ibraguim y Dzhabrail —que se enfrentan a una pena de 12 y 14 años—; la de su tío Lom Ali Gaitukaiev y del exagente de la Policía Sergei Jadjikurbanov —condenado este último a 20 años—.
La periodista era conocida por sus críticas al Kremlin y al presidente de Rusia, Vladimir Putin. En la revista moscovita Nóvaya Gazeta, la reportera escribió numerosos artículos críticos sobre la segunda guerra de Chechenia, iniciada en agosto de 1999. En ellos, Politkóvskaya describe los abusos cometidos por las fuerzas militares rusas, por rebeldes chechenos y por la administración de Grozni respaldada por Moscú y dirigida por Ajmat Kadírov y su hijo Ramzán.
Además, Anna Politkóvskaya reveló las violaciones de los derechos humanos y abusos policiales en Chechenia y en otras regiones rusas del Cáucaso norte en libros como Chechenia, la deshonra rusa de 2003 y La Rusia de Putin de 2004. Debido a su trabajo por denunciar los abusos de los Kadírov y sus socios en el Kremlin, Politkóvskaya fue amenazada en repetidas ocasiones hasta que el 7 de octubre de 2006 fue tiroteada en el portal de su casa.
Cuatro disparos con una pistola Makárov segaron ayer en Moscú la vida. El asesino, un tipo delgado con un gorro calado, según la cámara de vídeo de vigilancia que no registró bien su imagen, la esperaba en el portal de su casa en el centro de Moscú. La mató y la remató en el suelo del ascensor, donde la encontró una vecina poco después. Todo ocurrió a las cinco de la tarde, cuando Politkóvskaya regresaba de hacer sus compras. La periodista iba a volver a salir, porque los paquetes se quedaron en el asiento de atrás del coche que había aparcado frente a su vivienda.