No fueron pocas las veces que el presidente Hugo Chávez, durante algún evento, rompió el protocolo acercándose al público, interpretando una canción, cargando a un niño, dando indicaciones a su equipo de trabajo o, incluso, intentando besar en la mejilla a la Reina de Inglaterra. Ese estilo tan particular fue una de las características que le sirvió para identificarse aún más con sus seguidores.
Y es que los actos presidenciales, cumbres, reuniones de Estado y otros eventos, siempre se caracterizan por cumplir con ciertos parámetros donde el formalismo marca la pauta. Sin embargo, a Chávez le bastaba una frase, un gesto o una canción para que el protagonismo girara sobre él.
Así lo hizo saber desde el día en que recibió la banda presidencial, cuando juró ante la “moribunda Constitución, que haré cumplir e impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una Carta Magna adecuada a los tiempos”, dejando saber que los formalismos no eran parte de su personalidad.
En más de una ocasión, el fallecido mandatario rompía su anillo de seguridad para darle la mano o un beso a alguna de sus admiradoras.
Durante esos momentos, muchos aprovechaban la oportunidad para tocarlo, entregarle un papel con alguna solicitud o simplemente admirarlo de cerca.
“En este lugar huele a azufre”
Ejemplo de ello, el discurso que ofreció en la ciudad de Nueva York, en septiembre del año 2006, cuando durante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en alusión a la intervención que había hecho el entonces presidente norteamericano, George W. Bush, Chávez comenzó diciendo: “El diablo está en casa. Ayer el diablo vino aquí. En este lugar huele a azufre”.Pero también sus viajes a cumbres presidenciales o las firmas de convenios con sus colegas de otros países sirvieron para poner de manifiesto la espontaneidad y el carisma de Chávez.
En esa misma alocución, Chávez acusó al gobierno estadounidense de financiar un golpe de Estado en su contra y se permitió recomendar el libro de Noam Chomsky,“Hegemonía o supervivencia”, “para entender lo que hoy está pasando en el en el mundo y la amenaza que cierne sobre el planeta la pretensión hegemónica del imperialismo norteamericano”.
De forma casi inmediata, el texto recomendado por Chávez incrementó sus solicitudes en el portal Amazon.com, subiendo al puesto siete entre los más solicitados, luego de ocupar la posición 160.772 en el ranking de ventas.
Para todo, una canción
Ejemplo de ello la vez que, durante un discurso en la Asamblea Nacional en enero de 2006, parafraseó el tema “La Farsante”, del mexicano Juan Gabriel, para “dedicársela” a su homólogo peruano, Alejandro Toledo.Varias fueron las veces en que Chávez se valió de alguna canción para matizar el contenido de sus alocuciones.
“El presidente Toledo ha dicho algo muy grave: que Chávez desestabiliza el continente. Me hizo recordar una canción: “Te pareces tanto a Bush, que no puedes engañarme”, interpretó en ese entonces.
De igual forma recurrió a otra ranchera (uno de sus géneros musicales favoritos): “No soy monedita de oro”, en más de una oportunidad para defenderse de los ataques de quienes le adversaban.
Incluso, su afición por la música mexicana lo llevó a invitar a Vicente Fernández al Palacio de Miraflores, durante una gira que el cantante realizó en el país en septiembre de 2009. Allí, lo condecoró con la Orden Libertadores y Libertadoras de Venezuela y no perdió la oportunidad para interpretar “Lástima que seas ajena” junto a Fernández.
A la oposición, en varias ocasiones le dedicó la frase de alguna canción: “Por más que te tongonees, siempre se te ve el bojote”, cantó durante la emisión de uno de sus Aló Presidente, en referencia a las intenciones de algunos sectores contrarios a su proyecto político, evocando ese merengue venezolano incluido en el Mosaico Criollo de la Billo´s Caracas Boys, popularizado a principios de los años 70.
Un Rey con “suerte”
Muestra de ello, los actos con los presidentes de Bolivia, Evo Morales y de Ecuador, Rafael Correa, con quienes llegó a montarse en tarima, durante actos diplomáticos, y entonar alguna canción o bailar alguna coreografía típica de esos países.El mandatario venezolano acostumbraba compartir con sus homólogos de otros países de una forma cordial y, con algunos, hasta de camaradería.
Vale recordar la vez que saludó a su par Vladimir Putin adoptando una posición de karateka, a sabiendas de que el mandatario ruso es cinta negra en esa disciplina.
Durante una visita a la Reina Isabel de Inglaterra, Chávez, poco acostumbrado a las costumbres monárquicas, intentó saludar con un abrazo y un beso en la mejilla a su majestad. Otro episodio similar fue cuando le dio una palmada al emperador japonés Akihito, causando estupor en aquellos que consideraron el gesto como una ofensa y de mala educación.
No obstante, no todos los dignatarios estaban acostumbrados a este tipo de irreverencias y no todos veían con agrado algunas actitudes de Chávez.
Tal es el caso del Rey Juan Carlos I de España, quien durante la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, efectuada en Santiago de Chile en 2007, le espetó la frase: ¿Por qué no te callas? ante las interrupciones que hacía el presidente venezolano a la intervención del mandatario español, José Luís Rodríguez Zapatero.
Sin embargo, Chávez en declaraciones posteriores expresó que “el Rey de España perdió el control y me mandó callar. Él tuvo mucha suerte porque yo no lo oí en el momento”.
Un lenguaje sencillo, para gente sencilla
Expresiones populares, recuerdos de infancia, anécdotas y alguna que otra palabra altisonante,fueron las prácticas de las que se valió para dirigirse a quienes escuchaban sus alocuciones.El particular estilo de Hugo Chávez al momento de expresar sus ideas fue parte del impactó que logró entre sus seguidores.
Su programa “Aló presidente” sirvió de galería para ver y oír a un Chávez con una jerga propia del llano en el que nació y creció.
Esa franqueza, propia del llanero, quizá fue la base para lograr conectarse con toda la gente que se sentía identificada con él; la misma gente que se reía de sus anécdotas o que disfrutaba al escucharle entonar un joropo.
Escucharlo hablar era conocer una gran cantidad de frases como “ven a mí, que tengo flor”; cuando bautizó con “la rabo é cochino” el lanzamiento que realizaba al jugar béisbol, su forma de llegarle a los jóvenes al afirmar ser “otro beta” o al utilizar el término “vergatario”, nombre con el cual bautizó el primer teléfono celular fabricado en el país.
Su coloquialismo fue blanco de críticas por quienes lo adversaban, sobre todo cuando le advirtió en cadena nacional de Radio y Televisión a su entonces esposa Marisabel Rodríguez que “esta noche te voy a dar lo tuyo”, al igual que el momento en que, ante la derrota del referéndum consultivo de la reforma constitucional en 2007, calificó el triunfo de la oposición como “una victoria de …”
Gustó o no su léxico, supo con ello lograr que muchos se identificarán con él. Hizo que quienes lo apoyaban en su proyecto político sintieran que contaban con alguien que se expresaba como ellos. Una autenticidad que les hizo ver a Chávez como uno más entre ellos.
Por: Héctor Acosta / Departamento de Investigación /Noticias24