EFE).- Israel ha comenzado a echar cuentas de una guerra, la de Gaza,que le costará al erario público unos 12.000 millones de shékels (3.508 millones de dólares o 2.580 millones de euros), la más cara desde 2006 pero que, paradójicamente, apenas debilitará sus indicadores macroeconómicos.
En medio aún de la tensa calma de una tregua humanitaria impuesta el domingo por EE UU, los economistas del Ministerio de Finanzas advierten que la ofensiva será un lastre presupuestario,si bien no supondrá una amenaza real para la economía local.
“Esa suma incluye la operación militar, las indemnizaciones por el daño de los cohetes palestinos y las compensaciones al sector privado por pérdida de ingresos; después, a final de año, veremos también en cuánto afecta al PIB de Israel”, explicó Moti Basok, periodista del diario económico “The Marker”.
Lanzada el 8 de julio, los expertos creen que la guerra afectará a las finanzas públicas israelíes durante al menos los próximos tres años.
“No se trata de una suma que vaya a tumbar la economía israelí, que está fuerte y sana, perodesde luego proyectos a largo plazo como el tren de alta velocidad de Jerusalén a Tel Aviv, se podrían ver aplazados”, agregó Basok.
En términos generales, la operación le costará a Israel un promedio de más de 500 millones de shékels (147 millones de dólares o 107 millones de euros) al día, que incluye, entre otros, la munición, el desgaste o pérdida de equipo militar y el pago a más de 65.000 reservistas.
Cada uno de ellos debe ser compensado por la Seguridad Social israelí a un promedio de 600 shékels (175 dólares o 164 euros) por día de movilización, según el suplemento económico del diario Yediot Aharonot.
La Seguridad Social y el Ministerio de Defensa también deberán incluir en próximos presupuestos las pensiones mensuales aplicables a las víctimas de los 46 muertos israelíes -entre ellos muchos padres de familia-, así como las de discapacidad para los más de 300 heridos.
En un país como Israel, en el que desde 1948 se produce una gran guerra y una operación militar de envergadura cada diez años, este tipo de partidas están ya incluidas en los presupuestos de todos los ministerios, por lo que los mecanismos de canalización sólo tienen que solicitarla.
En la factura de 12.000 millones se incluyen también los daños físicos causados por alrededor de 2.500 cohetes palestinos disparados contra Israel desde varios días antes de comenzar la operación militar.
Aunque la mayoría cayeron en zonas deshabitadas, el centenar que impactaron en centros urbanos han causado daños materiales cuantiosos, mientras que otros alrededor de 500 fueron derribados por el sistema “Cúpula de hierro”.
A un coste directo de unos 125.000 dólares por cohete interceptador (muchas veces, se disparaba más de uno para derribar un solo cohete ofensivo).
En las compensaciones al sector privado destacan unos 1.000 millones de shékels (292 millones de dólares o 215 millones de euros) a la industria y el comercio por pérdida de ingresos durante 21 días de guerra, y una suma similar al sector turismo, que ha perdido casi por completo la temporada de verano.
También deberá compensar el Gobierno israelí a los municipios (otros 1.000 millones de shékels) por la prestación de servicios de emergencia en época de guerra y daños colaterales.
Pero a diferencia de otras ocasiones, el Ministerio de Finanzas no prevé que la guerra con Hamás en Gaza -donde los daños materiales son mucho más cuantiosos y afectarán a su ya debilitada economía a lo largo de toda la década- vaya a desestabilizar la economía israelí.
El Ministerio calcula en apenas 0,2 puntos porcentuales el impacto del conflicto en el índice de crecimiento del PIB para 2014, estimado antes del 8 de julio en 2,9 puntos.
“El Banco de Israel está más preocupado por los acontecimientos internacionales que afectan a la economía mundial”, aseguró el veterano periodista Sver Plotzker, para quien la economía local es lo suficientemente fuerte.
Así parece también indicarlo el principal índice de la Bolsa de Tel Aviv, que se mantuvo estable durante todo el conflicto armado, y la reacción de la moneda nacional (el shékel) frente al dólar y el euro, que sigue en sus valores más altos del último lustro.
“La historia nos ha enseñado que (terminada la situación de guerra) la economía se desarrolla rápidamente, por lo que los inversores no se preocupan demasiado”, concluyó Basok sobre este paradójico fenómeno.