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martes, 4 de noviembre de 2014

Los demócratas buscan alivio en las elecciones de Gobernadores

“Nos han llamado perezosos, nos quieren dividir, pero no lo conseguirán, porque en Nueva York no separamos a la gente por su color, su dinero o sus creencias. Mañana seremos una sola voz, un solo Estado, en una votación como no se ha visto nunca”, proclamó el Gobernador y candidato a un segundo mandato Andrew Cuomo en su cierre de campaña este lunes en Times Square, en el corazón de Manhattan. Bajo los imponentes luminosos publicitarios, desafiando al frío reinante, miles de sindicalistas aclamaron al líder demócrata, a quien todos dan como vencedor en su duelo con el republicano Rob Astorino. Cuomo es uno de los carteles ganadores en unas elecciones que, de confirmarse los sondeos, permitirán a los republicanos controlar el Congreso, un verdadero tormento para el presidente Barack Obama. Sin embargo, es en la batalla de los Gobernadores donde los demócratas pueden encontrar algo de alivio para una jornada que se anuncia dura.
El lastre que supone un desgastado Obama en las elecciones a la Cámara de Representantes y en la renovación de un tercio del Senado pesa mucho menos a la hora de elegir Gobernadores. Ahí lo que cuenta es el bolsillo de los estadounidenses, las sensaciones que tengan sobre la recuperación. De la economía dependerán, por tanto, los 36 puestos de Gobernador en juego. Muchos de ellos parecen decididos, a juzgar por las encuestas, pero en al menos 13 hay batalla. Cuestiones aparentemente ajenas a la cita del martes también estarán presentes. Una de ellas no es menor: cómo afectará la redefinición del mapa de Gobernadores a las aspiraciones de unos y otros para la carrera presidencial de 2016.
Entre los contendientes destaca el republicano Scott Walker, Gobernador de Wisconsin que aspira a un segundo mandato. Favorito presidenciable de los sectores republicanos más conservadores y del Tea Party por sus ideas sobre el aborto, sus enfrentamientos con los trabajadores públicos y sus restrictivas medidas para ejercer el voto, Walker afronta un duelo difícil contra la demócrata Mary Burke. Su popularidad ha caído y las encuestas pronostican un empate técnico, que sólo el voto de los indecisos aclarará. En el duelo Walker-Burke se resume buena parte de lo que está en juego en estas elecciones.Los republicanos defienden 22 Estados e intentan extender sus dominios a feudos demócratas como Nueva Inglaterra. Sus posiciones más amenazadas son Kansas, Pennsylvania y Maine. Los demócratas intentan mantener 14 puestos de Gobernador, con lugares muy comprometidos como Colorado, Massachusetts y Connecticut. En otros siete Estados (Alaska, Rhode Island, Arkansas, Wisconsin, Florida, Illinois y Michigan) ninguno de los dos partidos tiene la ventaja suficiente en las encuestas como para cantar victoria. De 19 Gobernadores republicanos que aspiran a la reelección (en los otros tres Estados son candidatos nuevos), siete corren peligro de perder. Uno de ellos, Tom Corbett, de Pennsylvania, está muy detrás en los sondeos. En el caso de los demócratas, solo tres de los 9 titulares del cargo (incumbents) tienen a sus rivales republicanos cerca.
Walker no es el único Gobernador aupado al poder con la oleada conservadora de 2010. Otros como él afrontan complicados escrutinios. Es el caso de Sam Brownback en Kansas (los sondeos apuestan por el demócrata Paul Davis), el citado Tom Corbett en Pennsylvania (se da por segura la victoria de su oponente, Thomas Wolf), Rick Scott en Florida (Charlie Crist le pisa los talones), Paul LePage en Maine (empatado en los sondeos con Mike Michaud) o Rick Snyder en Michigan (el demócrata Mark Schauer ha ido recortando distancias).
De caer, Corbett sería el primer Gobernador republicano que pierde su reelección desde 1974, cuando Pennsylvania aprobó los ocho años de mandato. Buena parte de su impopularidad parte del recorte que dio a los fondos educativos, lo que perjudicó a las familias más pobres del Estado. Pennsylvania es en estos momentos el Estado número 45 de la Unión en cuanto a presupuesto para Educación.
Florida es uno de los Estados indecisos donde la batalla está siendo más enconada. El conservador Rick Scott es uno de los Gobernadores más impopulares, con medidas contra el aborto, recorte de presupuestos, anulación de un proyecto de tren de alta velocidad y rechazo de la financiación federal para la reforma sanitaria de Obama. Enfrente tiene a Charlie Crist, ex Gobernador republicano del Estado reconvertido en demócrata que aspira a dar a su nuevo partido la primera victoria en 20 años. Ambos se han empleado a fondo con descalificaciones permanentes y con un gasto electoral de casi 100 millones de dólares entre los dos.Pero sin ninguna duda los ojos de muchos están puestos en Sam Brownback, promotor de un programa de Gobierno de gasto público y recortes fiscales. Tal y como recogía un comentario editorial de The Washington Post, de ganar, el experimento de Kansas recibiría un importante aval público. Si pierde, sería considerado un tirón de orejas a los excesos de un Gobierno conservador. Brownback fue elegido con un 63% de los votos en 2010. Las últimas encuestas le dan un apoyo de solo el 43%. En su haber, una devaluación de la calificación de la deuda de Kansas.
La razón es muy simple. La batalla de Florida esconde alguna de las claves para la lucha por la Casa Blanca de 2016. Tanto es así que, ante la previsión de un recuento ajustado, recuerdo de lo que sucedió con George Bush y Al Gore en 2000, tanto Scott como Crist han designado cientos de observadores para que vigilen las mesas electorales.
Si interesante es Florida, no lo es menos lo que suceda en los seis Estados de Nueva Inglaterra (Maine, Vermont, New Hampshire, Massachusetts, Connecticut y Rhode Island), tradicional bastión demócrata, donde se presentan nuevos rostros. Los republicanos sólo poseen Maine. La situación puede cambiar este martes. Para ello, la Asociación de Gobernadores Republicanos ha hecho un esfuerzo inusual, dedicando a los seis Estados el doble de dinero en campaña que sus rivales (25 millones de dólares contra 13).
La nueva candidata demócrata de Massachusetts, Martha Coakley, está por detrás en las encuestas del republicano Charlie Baker, un político que apoya el matrimonio homosexual y el derecho a abortar. En Rhode Island, Gina Raimondo no logra despegarse de Allan Fung y en New Hampshire Maggie Hassan ha ido perdiendo apoyos ante Walt Havenstein, conserva un ventana apreciable. El Gobernador de Connecticut, Dan Malloy, tiene al republicano Tom Foley en un pañuelo. En 2010, Foley perdió por solo 6.500 votos. En Maine, es el republicano Paul LePage, uno de los políticos más conservadores de Estados Unidos y encarnizado enemigo de Obama, el que ve amenazada su continuidad por el demócrata Mike Michaud.
Chris Christie, uno de los Gobernadores que no concurre este martes a las elecciones, estará, sin embargo, muy atento a ellas. No es poco el capital político que Christie, siempre presente en las quinielas republicanas como posible candidato a la Casa Blanca, ha puesto en los comicios de sus colegas. Como presidente de los Gobernadores republicanos, Christie se ha volcado estas semanas en apoyar a sus compañeros en liza, viajando de Estado en Estado para ampliar los dominios de su partido. Si los candidatos republicanos lograran un buen resultado en plazas como Florida, Michigan, Wisconsin, Massachusetts o Connecticut, las credenciales del Gobernador de Nueva Jersey subirían como la espuma, confirmando su capacidad para pescar votos en caladeros ajenos. En situación parecida está Rand Paul, senador republicano por Kentucky que ha visitado treinta Estados en los últimos 12 meses, o la ex secretaria de Estado demócrata Hillary Clinton.
EL PAIS