Un partido de la máxima exigencia pondrá fin esta noche a una semana 'horribilis' para el FC Barcelona. El club, con una larga experiencia en crisis de toda índole, se ha superado a sí mismo y, después de despedir el año de mala manera con el fallo del TAS sobre la prohibición de la FIFA a fichar durante un año, 'celebró' la entrada en 2015 con una catarata de acontecimientos, a cual más ruidoso: derrota en Anoeta y desaprovechamiento por tanto de la caída del Madrid en Valencia; luz y taquígrafos al conflicto Messi-Luis Enrique; destitución de Zubizarreta y sus dos hombres de confianza Albert Valentín y Narcís Julià y anuncio de adelanto de elecciones por parte del presidente Josep Maria Bartomeu.
En medio de este convulso panorama viene un Atlético de Madrid poderoso y encantado de haberse conocido, con el Cholo Simeone mandando a un ejército de jugadores obedientes, con Torres de vuelta a casa y con una tarjeta de visita que recuerda que el año pasado el Barça fue incapaz de ganarle en toda la temporada con seis partidos en disputa (cinco empates, incluido el que le dio la Liga en el Camp Nou, y una derrota).
Aparentemente, se podría afirmar que no había peor rival para ponerle la guinda a semejante semanita, pero existe una lectura radicalmente contraria: una victoria ante este gran Atlético podría servir precisamente de revulsivo creíble para el equipo y de fuente de crédito para un Luis Enrique que ha pasado de salvador indiscutible a líder discutido a una velocidad sólo explicable por la aceleración de los nuevos tiempos.
Tampoco le iría mal un triunfo al club a modo de calmante después de tanta agitación. Incluso al entorno, tan revuelto últimamente que roza el histerismo y situado de espaldas a cualquier discurso constructivo, se diría que también está pidiendo a gritos un resultado convincente a favor del Barça, una tila para llevarse al gaznate y disfrutar así de una tregua, aunque pasajera conociendo el percal.
Es la hora de los jugadores, que entre destituciones y otras historias han vuelto a pasar de puntillas después de la derrota de Anoeta, fraguada en una primera parte que, por mucho que se culpe al alineador, fue un fracaso de los futbolistas calcada a la primera parte de Getafe, una puesta en escena inanimada
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La goleada contra el Elche de la Copa no vino nada mal pero la afición exige una reparación de aquel mal partido. El foco como siempre estará en Messi, por sus problemas de convivencia con Luis Enrique y porque es el mejor del mundo, pero es hora de que mejoren su rendimiento futbolistas como Iniesta, Suárez, Busquets e incluso Neymar, indultados por inercia pese a que deberían dar más. Sus fichas son multimillonarias y hay que recordarlo de vez en cuando aunque sea de mal gusto.
El papel de la afición
La afición, siempre soberana, acudirá seguramente en masa al estadio, atraída por el cartel del partido y porque la cita, después de tanto follón, tiene el tirón de esas noches catárticas, para bien o para mal.
Contra el Elche el pasado jueves apenas fueron 30.000 y se dio mucha importancia al pique que se dio entre seguidores de Luis Enrique y Messi, expresados a través de pitos o coros a favor de uno y del otro.
Se impusieron los partidarios de Messi pero caer en esa competición infantiloide no parece ahora mismo lo más útil y productivo. En fin, el público paga y siempre tiene la razón, así que reaccionará como le dé la gana.
El Atlético, a pescar
El Atlético, vigente campeón de Liga y seguramente el equipo que mejor defiende del mundo, viene a pescar en río revuelto y con la ambición de superar en la clasificación al Barça, equipo con el que ahora iguala a puntos. Torres, después de años de deambular sin rumbo, regresa para volverse a reconocer. El barcelonismo, que lo tiene atravesado, espera que lo logre a partir del lunes.
MD