México apagará la señal analógica de televisión el 31 de diciembre de 2015. Para lograr la transición a la televisión digital terrestre (TDT), en un país donde más de 50 millones de personas —casi la mitad de la población— viven en pobreza, el Gobierno mexicano obsequiará durante este año más de diez millones de aparatos digitales. La controversia en torno a este programa la han servido los opositores del presidente Peña Nieto, quienes apuntan a que los equipos regalados pueden impactar en los resultados de las elecciones intermedias que el país celebrará el próximo 7 de junio.
Las sonrisas son inevitables cuando la gente sale con una caja rectangular bajo el brazo de los centros que el Gobierno ha designado para la entrega de los nuevos televisores. “Voy a ver las telenovelas y las películas”, exclama con alegría un señor en un telediario. Los aparatos nuevos ya se han distribuido en Estados del norte del país y desde enero se están repartiendo en la región central. No todos los mexicanos pueden recibir uno. El programa está diseñado para apoyar a la población con menos recursos. De los casi 52 millones de personas que viven en la pobreza en México, 13 millones tendrán una televisión nueva al terminar el año. La selección de los beneficiados la ha hecho la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), la encargada de administrar los programas de asistencia social.
El legislador ha abierto la web telesporvotos.mx donde también explica que los equipos son entregados con la pegatina “Mover a México”, la frase que el Gobierno de Peña Nieto ha utilizado en los últimos dos años para promover las acciones de su Administración, en verde, blanco y rojo, los colores nacionales pero también los de su partido, el Revolucionario Institucional (PRI). Adame también apunta que algunas de las televisiones han sido encontradas en casas de empeño. “Hay ciudadanos que les quitan las estampas [pegatinas] y las venden”.Las críticas al programa se han intensificado en la víspera del comienzo de las campañas electorales. Legisladores de izquierda y de derecha han señalado las deficiencias técnicas del programa, pero sobre todo que la mayoría de los equipos televisivos sean entregados en un año de elecciones. “Estamos a favor del apagón analógico, pero estamos en contra de que su uso sea electoral”, expone Juan Pablo Adame, diputado del Partido Acción Nacional (PAN, de derecha). Adame ha denunciado que las regiones donde se están distribuyendo los televisores coinciden con los Estados que tendrán elecciones de gobernadores y ayuntamientos en 2015, entre ellos Guerrero y Michoacán, sitios que han sufrido el impacto de la violencia en los últimos años.
Hasta diciembre de 2014, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), la encargada de entregar los equipos, había obsequiado un millón de televisores. Eso ha dejado pendientes 12 millones de aparatos que deberán tener dueño antes de que termine el 2015. El programa fue planteado desde 2010 y contemplaba que los equipos se entregaran de 2011 a 2015. “No hay producción suficiente de televisiones que alcance”, señala Mony De Swaan, expresidente de la extinta Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) y antiguo encargado del plan para el apagón analógico.
De Swaan ha criticado el cambio de modelo que la Administración de Peña Nieto hizo en 2013, cuando el Gobierno decidió descartar la entrega de decodificadores y antenas para enfocarse solo en las televisiones. El antiguo funcionario explica que cuando la transición comenzó, en 2011, los equipos eran instalados por empresas contratistas que se encargaban de dejar los aparatos funcionando en los hogares. “Ningún funcionario público tocó nunca un decodificador, siempre todo se hizo a través de la empresa que ganó la licitación. No había un solo mensaje en los decodificadores de carácter político, no había un solo funcionario interactuando con un ciudadano”, describe.
Tanto los partidos políticos como De Swaan han apuntado a que el Gobierno mexicano ha prometido entregar televisiones con conexión a internet, cuando los aparatos en realidad no poseen dispositivos para utilizar la banda ancha y la población que los recibe no tiene recursos para sostener un gasto como la conexión a un servicio de internet. Cada uno de los televisores de 22 pulgadas ha costado al Gobierno mexicano unos 150 dólares, cuando el precio en el mercado de estos aparatos es de 340 dólares, y se han preferido las pantallas a los decodificadores, que en México cuestan unos 55 dólares. La SCT ha argumentado que se eligieron las televisiones porque consiguen el ahorro energético del 60% en el consumo de energía eléctrica. “El gasto en el que se ha incurrido no justifica el ahorro energético”, apunta De Swaan.
Los legisladores consideran que las fallas técnicas en el programa de entrega de televisiones son motivos suficientes para posponer su entrega hasta el 8 de junio, un día después de las elecciones. “Lo que estamos proponiendo es que se cambie el calendario de la SCT para garantizar que no se haga mal uso de este reparto y se haga de manera discrecional”, comentó en el Congreso la diputada Roxana Luna, del Partido de la Revolución Democrática (PRD, de izquierda). De Swaan, por su parte, explica que la transición a la televisión digital terrestre debe conseguirse y que las elecciones no deben significar un obstáculo para llegar al 31 de diciembre apagando totalmente la señal. “El país tiene que aprender a blindar este programa durante las elecciones, el apagón analógico no se puede detener”, apunta.Además de la premura con la que se están distribuyendo los televisores y su coincidencia con las elecciones, hasta ahora el Gobierno mexicano no ha presentado un plan de manejo de los residuos que se generarán con las antiguas televisiones. La Administración ha reconocido que los aparatos analógicos poseen materiales tóxicos que pueden dañar el medioambiente si no son desechados apropiadamente. La Secretaría de Medio Ambiente y recursos Naturales (SEMARNAT) ha asegurado que el plan se está diseñando y que buscará que el 90% de los componentes de estos televisores se reciclen. EL PAIS